295
295
A
CTUALIDAD
L
ATINOAMERICANA
Otros son los tiempos que corren en América Latina y otros los desafíos y expectativas
que animan a ciudadanos, pueblos, gobernantes, movimientos sociales y demás actores,
al rediseño de sus sociedades, a transformar la política y su diseño constitucional. A dicha
coyuntura responde la “revolución constituyente”, objeto de atención de este comentario.
* * *
Different times are running in Latin America and different are the challenges and expecta-
tions that encourage citizens, towns, governments, social movements and other actors, to
redesign their societies, to transform the political and constitutional design. To this juncture
the answer is “the revolution constituent” it is the object of attention of this comment.
* * *
*
Profesora de Derecho constitucional y Teoría del dere-
cho en la Universidad de Oriente, Cuba.
(
martica@fd.uo.edu.cu
).
Primavera constituyente
entre viejos demonios:
un nuevo despertar para
América Latina
Spring Constituent
between Old Demons:
A New Awakening for
Latin America
Martha Loyda Zaldívar Abad*
Es mucha la podredumbre para arrojar al
fondo del mar en el camino de la recons-
trucción de América Latina. Los despo-
jados, los humillados […] tienen, ellos sí,
en sus manos, la tarea. La causa nacional
latinoamericana es, ante todo, una cau-
sa social: para que América Latina pueda
nacer de nuevo, habrá que empezar por
derribar a sus dueños, país por país.
Eduardo Galeano
A
sistir a un cambio de estación ha
de resultar, para quienes lo disfru-
tan, un momento de grandes expecta-
tivas. Expectativas que en la actualidad
se multiplican, ante las posibilidades
que nos ofrece la primavera política que
viene dibujando los contornos de nues-
tra región, reverdecida por profundas
transformaciones desde sus cimientos,
y frente a un escenario multidimensio-
nal —político, jurídico, social, cultural,
ideológico y global— condicionante de
nuestra complejidad.
Desde esta perspectiva, y tomando
como referente el prisma social con que
invitamos a reF exionar sobre la “causa
nacional latinoamericana” y su expre-
sión jurídica, prestamos especial aten-
ción al contexto político internacional,
signado en los últimos tiempos por un
elevado rechazo hacia el neoliberalismo
y la consecuente recon± guración de las
relaciones entre los Estados, la socie-
dad y los individuos. Tal problemática
motiva polémicas discusiones que nos
obligan a repensar las crisis —política,
± nanciera, medioambiental, de la de-
REVISTA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS
JURÍDICAS DE PUEBLA, AÑO V, NO. 27
ENERO-JUNIO DE 2011, PP. 295-304
IUS
296
MARTHA LOYDA ZALDÍVAR ABAD
mocracia— en nuevas dimensiones,
entre lo que ha de permanecer en el pa-
sado y lo llamado a construir.
Ante tal coyuntura, nos interesa po-
tenciar una alternativa para la solución
de los desafíos presentes, señales in-
equívocas de tal cambio: las experien-
cias constituyentes y su trascendencia
para las mayorías olvidadas en nuestro
continente, que hoy forman parte y re-
construyen la historia que les fue nega-
da, refundan sus naciones y ponderan
el bien común.
En consonancia con lo anterior, nos
adherimos al criterio de G
ARCÍA
V
ILLEGAS
al reconocer, frente a la irrupción de
nuevas arquitecturas constitucionales y
la profundización de pulsiones sociales,
que: “[…] en América Latina el derecho
—en este caso particular, la ley de le-
yes— suele ser percibido no sólo como
un instrumento de dominación de clase
sino también como una fórmula futura
para la redención social. Evoca resisten-
cia tanto como inspira esperanza […]”.
Por ello, y de acuerdo con su evo-
lución histórica, merece especial aten-
ción su creación, máxime si tomamos
en consideración que todos nuestros
actos están o debieran estar someti-
dos a una norma, o bien tienen con-
secuencias jurídicas, y cuya esencia lo
revela como fuente de legitimidad de
las decisiones adoptadas por las clases
económicamente dominantes. Decisio-
nes que, cuando se quieren adoptar de
forma diferente, por y para sus verdade-
ros destinatarios, cuando se pretenden
encontrar otras variantes en el modo de
pensar y hacer política, demandarían la
necesaria transformación del piso jurídi-
co. El primer ediF cio: las Constituciones
políticas, en tanto normas supremas de
los Estados y brújulas para el alcance
de la justicia, el respeto a la libertad de
la persona y facilitadoras de la convi-
vencia entre todos los que forman una
comunidad.
Opción que encontraría fundamen-
to, oposición, grandes debates y F nal-
mente salidas exitosas para las fuerzas
populares en Venezuela, Bolivia y Ecua-
dor —y que mantiene a otros pueblos
en discusiones y búsquedas permanen-
tes en el mismo sentido—, al acceder al
gobierno con la decisión de ejercer el
poder político público o incidir sobre él,
transformar el Estado y eliminar toda
manifestación de inequidad y exclusión
social, en rechazo a toda manipulación
de la democracia.
Instauración constitucional:
hecho social, factor de cambio
y fuente de legitimidad
Para el logro de tales aspiraciones, pro-
cesos constituyentes en los tres países
andinos y su principal producto, la
norma
normarum
, se convirtieron en
resultado y, al mismo tiempo, en cata-
lizadores directos de las posibles, nece-
sarias y urgentes transformaciones que
animan y revolucionan a sus respectivas
sociedades. Realidad que nos convida a
suscribir las palabras de Rafael C
ORREA
al
vaticinar, con entusiasmo y optimismo,
que el porvenir y un cambio de época
está en marcha en América Latina. Gran
laboratorio del que habrá de aprender-
297
ACTUALIDAD LATINOAMERICANA
se, en opinión de Boaventura
DE
S
OUSA
S
ANTOS
,
1
en la búsqueda de alternativas
al neoliberalismo.
Los ciudadanos, y ello es trascen-
dental, han asumido el Poder Consti-
tuyente soberano como la oportunidad
de participar en la construcción de su
nación: inclusiva, participativa y jus-
ta, hacia la eliminación de las grandes
inequidades en sus conjuntos sociales,
como el instrumento ideal mediante el
cual han diseñado la sociedad que pien-
san, quieren y les convence.
2
Para la concreción de tales ansias o
realidades concretas, resulta imperativo
que la democracia, en palabras de R
IVERA
L
UGO
, sea efectivamente la gobernanza
del pueblo, por el pueblo y para el pue-
blo; y que la voluntad constituyente,
desde la multiplicidad de voces y fuer-
zas que es la sociedad contemporánea,
se represente de aquí en adelante a sí
misma, instituyendo ésta una nueva de-
mocracia de lo común, creando un nue-
vo derecho a partir de su propios actos.
En conexión con lo anterior, y en
aras de ratiF car su indisoluble relación,
hemos de atender a la concepción so-
ciológica del derecho, reconocido por
algunos autores, clásicos y contempo-
ráneos, como un
hecho social
. Ya cons-
tituido, aparece como una fuerza social
1
D
E
S
OUSA
S
ANTOS
, B
OAVENTURA
.
Las paradojas de nuestro
tiempo y la plurinacionalidad
, ponencia presentada en
Asamblea Constituyente de Ecuador, tema: “Plurina-
cionalidad, Asamblea Constituyente”, Manta, Ecuador,
marzo de 2008.
2
Tomando como referencia los pronunciamientos de
Peter H
ÄBERLE
a propósito de formular una teoría cultu-
ral de la Constitución. Cfr., del autor,
El Estado consti-
tucional
, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas,
México, 1994, pp. 149, 151 y 152.
que actúa a modo de factor conF gu-
rante de la colectividad y que produce
efectos sobre otras manifestaciones de
la vida social.
En esta dirección, nos proponemos
dilucidar hasta qué punto los procesos
políticos y las demandas sociales, en sus
diferentes dimensiones e interrelaciones
con lo económico, lo sociocultural, lo
político, lo territorial y lo internacional,
condicionan la génesis constitucional, y
viceversa. Ello nos ha de introducir en
el análisis de su posibilidad y necesidad
como objeto de estudio por la sociolo-
gía jurídica.
Eugene E
HRLICH
, fundador de esta
ciencia, aF rmaría que: “El centro de
gravedad del desarrollo del derecho no
reside en la legislación ni en la ciencia
jurídica ni en la jurisprudencia, sino en
la sociedad misma”. Siendo los fenóme-
nos jurídicos fenómenos sociales, donde
quiera que la sociología jurídica perciba
la existencia de algún tipo de derecho,
estará ahí para investigar ese fenómeno,
como fenómeno social jurídico.
En la misma línea de pensamiento,
medular nos resulta el criterio decimo-
nónico dukheimiano que postula como
F nalidad de la sociología del derecho
la necesidad de desentrañar las proble-
máticas relativas a la constitución real
y efectiva de las reglas jurídicas, o sea,
cuáles serían las causas que las han sus-
citado y aquellas necesidades que tratan
de satisfacer, y, en segunda instancia,
a la manera como funcionan en la so-
ciedad.
Sobre la primera de las aristas con-
centraremos en adelante nuestra aten-
ción, toda vez que nos limitamos a
298
MARTHA LOYDA ZALDÍVAR ABAD
fundamentar cómo la realidad social
imperante en estas tres naciones andi-
nas condicionó la necesidad de nuevos
ordenamientos políticos fundamentales,
los que al mismo tiempo se convertirían
en fuente y conF guradores de una pro-
funda, compleja e imprescindible trans-
formación societal, en el intento de
conciliar y zanjar con± ictos de intereses.
Por supuesto que ello depende de varia-
dos factores sociales, ya sean naturales,
espirituales, económicos y políticos.
Partiendo de la idea de que una
Constitución es derecho
per se
, y como
tal, para la sociología jurídica su pro-
ducción, realización, adhesión y cumpli-
miento espontáneo, las transgresiones
que sufre y sus proyecciones prácticas,
se muestran como un conjunto de he-
chos sociales; entonces las cartas mag-
nas, y especíF camente su creación, se
incluyen dentro de éstos, de los más
relevantes por su alcance y consecuen-
cias, al involucrar como productores y
destinatarios a los individuos en sentido
general.
Entonces, como cuestión esencial
resulta preciso señalar cuáles serían
algunos de los factores sociales más
importantes a tener en cuenta en la gé-
nesis constitucional de los países selec-
cionados, asumiendo al derecho como
fenómeno social complejo, dentro del
cual el elemento normativo, aunque
esencial, no puede escindirse de los fac-
tores externos que lo producen o que
constituyen el marco o el objeto de su
actuación.
Tal motivación nos coloca frente a
la necesidad de ahondar sobre la voca-
ción o el ansia constituyente, que en las
tres naciones andinas se cristalizara en
la elaboración y ratiF cación de nuevas
Constituciones políticas para sus res-
pectivos Estados, hacia su rediseño y
legitimación. Mayor atracción provoca
si con ello se asegura la inclusión y par-
ticipación ciudadana en la adopción de
las principales políticas públicas.
Dicha aspiración comienza a larvar-
se en las entrañas mismas de los mo-
vimientos sociales, minorías étnicas
y sectores de población decididos a
transformar el “arte de lo posible” y su
expresión jurídica. Todos, en mayor o
menor medida, marcarían su impronta
—y hoy en día se mantiene su pujanza
y protagonismo— sobre los proyectos
políticos de los actuales gobiernos ve-
nezolano, ecuatoriano y boliviano.
Tan es así que cada uno de sus res-
pectivos presidentes accederían al po-
der, entre otras razones, por consagrar
entre sus propuestas la convocatoria
para la elección de asambleas consti-
tuyentes, consecuencia directa de la
presión de dichos movimientos duran-
te los años anteriores, en demanda de
una identidad nacional que reconozca
la transculturación, lo pluricultural, la
diversidad étnica y la asimilación pru-
dente de un mundo totalizante.
A continuación exponemos de ma-
nera sintetizada algunos de los acon-
tecimientos y circunstancias, muchos
de ellos “viejos demonios”, decididos
a envilecer el alma latinoamericana, y
que condicionarían dichos procesos de
instauración constitucional:
299
ACTUALIDAD LATINOAMERICANA
En Venezuela
Sobre la praxis constituyente
3
en la pa-
tria de Bolívar nos interesa de forma
particular, además de otros elementos
sobre los que se llamará la atención
oportunamente, la reconF guración de
las fuerzas y actores sociopolíticos.
±actor derivado de un escenario
convulso que, a propósito de los esta-
llidos sociales —cuyo culmen se alcanza
con el “Caracazo”, en febrero de 1989—,
provocaría el rechazo hacia las reminis-
cencias de la dictadura de Marcos Pérez
Jiménez, F nalizada en 1958; la conso-
lidación de la democracia representativa
modelada por la Constitución de 1961
en beneF cio de los intereses partidistas
y F rmados en el “Pacto del Punto ±ijo”,
en una especie de consenso excluyente
concebido como conciliación de elites
durante la denominada “Cuarta Repú-
blica”; así como los altos índices de
corrupción y exclusión política, social
y económica de la mayoría de la pobla-
ción venezolana en favor de los partidos
políticos tradicionales y modeladores del
sistema político llamado a transformar-
se, debilitada por la desideologización y
conductas clientelares que desemboca-
rían en la desconF anza y en la falta de
representatividad y liderazgo frente a la
ciudadanía venezolana.
A lo anterior habría que agregar que
el proceso de cambio constitucional
estuvo in² uenciado por la crisis insti-
tucional en su dimensión económica,
3
Por todos véase V
ICIANO
P
ASTOR
, R
OBERTO
y M
ARTÍNEZ
D
AL
-
MAU
, R
UBÉN
.
Cambio político y proceso constituyente en
Venezuela (1998-2001)
, Vadell Hermanos Editores
C
.
A
.,
Caracas, Venezuela, 2001.
iniciada en la década de los años ochen-
ta, a partir de la repulsa que provocaran
las medidas y reajustes neoliberales im-
pulsados en dicho periodo. Su punto de
in² exión lo determinó el denominado
viernes negro (18 de febrero de 1983);
la crisis social derivada de los sucesos de
febrero de 1989, que marcarían el inicio
del proceso de transformación constitu-
cional mediante la designación de una
Comisión Bicameral para la Reforma de
la Constitución, y transita por una cri-
sis política derivada de los intentos del
golpe de Estado en 1992 y el enjuicia-
miento del presidente de la República al
año siguiente.
Precisamente es con el intento gol-
pista aludido que emergería con su pri-
mera aparición pública el movimiento
cívico-militar liderado por Hugo Chávez
—Movimiento Bolivariano Revoluciona-
rio 2000—. Movimiento que accedería
al poder, vía elecciones democráticas,
a partir de diciembre de 1998 y que
enarbolaría con éxito la bandera de la
Asamblea Constituyente. Desde esta
coyuntura se cristaliza el impulso por
la transformación radical del orden po-
lítico y jurídico vigente, que desde los
inicios de la década ganaba espacio en
la sociedad venezolana. Para darle con-
tenido a dicho impulso había que pro-
ceder a la convocatoria del órgano
ad
hoc
. La respuesta popular a la consulta
sobre su pertinencia resultó aF rmativa.
En Ecuador
A semejanza con la Venezuela bolivaria-
na y frente a la necesidad de reanimar la
relación entre la ciudadanía y la organi-
300
MARTHA LOYDA ZALDÍVAR ABAD
zación política fundamental, identiF ca-
mos la experiencia ecuatoriana.
Aparece así el rediseño constitu-
cional —tal y como se había indicado
supra
— como una de las promesas de
cambio presentadas por Rafael Correa,
quien ganara la elección nacional en
segunda vuelta, a F nes de 2006. Se
pronunciaría críticamente contra las
falencias del sistema político y recibiría
un apoyo diversiF cado, especialmente
de organizaciones ambientalistas y mo-
vimientos sociales. Ello con el aditivo
de triunfar en la contienda electoral sin
presentar candidatos al Poder Legisla-
tivo. Tal suceso marcaría el inicio de la
revolución ciudadana.
Empero, ¿qué factores animarían el
último desarrollo constituyentista en
el Meridiano 0?
4
Ofrecer respuestas a
esta interrogante nos convida a prestar
atención a:
1. La precipitación de la caída del pre-
sidente Lucio Gutiérrez en 2005, en
una especie de revocación
de facto
de mandato, por amplia oposición
civil. No sería ocioso señalar, sobre
este particular, cómo a F nales del
siglo
XX
, y en menos de 10 años, en
Ecuador se experimentó la subida y
caída de siete mandatarios, ninguno
de los cuales logró F nalizar el térmi-
no constitucionalmente establecido.
2. Conciencia ciudadana sobre la nece-
sidad de poner F n al modelo de Es-
4
Para mayor información sobre el proceso constituyen-
te en general véase B
ASABE
-S
ERRANO
, S
ANTIAGO
. “Ecuador:
reforma constitucional, nuevos actores políticos y vie-
jas prácticas partidistas”, en
Revista de Ciencia Política,
Centro de Investigaciones de Política y Economía (
CIPEC
),
vol. 29, No. 2, 2009, pp. 381 y 382.
tado hasta entonces existente y cuya
sustitución devendría en garantía
para la paz y la justicia social, del
sumak kawsay
, así como la recupe-
ración de las riquezas nacionales y
el reconocimiento de la diversidad
dentro de la identidad nacional.
3. Presiones, medidas de hecho y de-
mandas dirigidas desde diversos
sectores sociales por una Asamblea
Constituyente, que recibiría la ne-
gativa obstruccionista de la derecha,
especialmente en el Congreso.
4. El apuntalamiento de las Constitucio-
nes anteriores en un orden social y
político injusto en beneF cio de una
minoría y del gran capital foráneo.
Al llegar a la escena Rafael Correa,
como ministro de Economía del gobier-
no, se percataría de que las estructuras
gubernamentales establecidas forma-
ban parte del problema y no de su so-
lución, determinándose a forjar una
nueva alianza con el país y a potenciar
el poder directo y soberano del pueblo,
constituyente de lo nuevo. Afín con ta-
les propósitos, su primer acto ejecutivo,
una vez que asumiera la Presidencia de
la República, fue librar la convocatoria
por una Asamblea Constituyente con
plenos poderes.
En Bolivia
En paralelo, con sus matizaciones y ex-
presiones propias, destacamos el caso
de Bolivia, y en ella el papel desempe-
ñado por la resistencia originaria a lo
largo del proceso histórico de la colo-
nización: las mujeres, los campesinos,
301
ACTUALIDAD LATINOAMERICANA
los cocaleros y los distintos sindicatos,
especialmente en el denominado “ciclo
rebelde”, en el periodo comprendido
entre 2000 y 2005.
Ciclo rebelde en cuya dinámica he-
mos de atender las marchas indígenas,
las presiones directas en las calles y los
bloqueos de caminos, que constituye-
ron el eje de un tipo de democracia,
denominada directa, sin la mediación
de los partidos políticos o las institu-
ciones tradicionales. Relevantes resul-
tan en este análisis las denominadas
Guerras del Agua y del Gas en 2000 y
2003, respectivamente, cimientos de la
visión político-cultural, y cuyo hito más
importante lo encontramos en la Mar-
cha por el Territorio y la Dignidad, rea-
lizada en septiembre de 1990, durante
el régimen del ex presidente Jaime Paz
Zamora.
En esta coyuntura, y luego de esta
última, la Confederación de Pueblos
Indígenas del Oriente Boliviano (
CIDOB
)
protagonizó otra manifestación del mis-
mo tipo en el año 2000, atribuyéndose
el primer llamado a una Asamblea Cons-
tituyente Nacional. La probabilidad de
su ejecución motivó fuertemente a los
movimientos étnico-culturales porque
consideraban que ésa era la única forma
para refundar el Estado boliviano.
5
También merece nuestro interés la
proposición del Consejo Nacional de
5
Véase M
OLINA
B
ARRIOS
, R
AMIRO
,
Los derechos de los pue-
blos indígenas en un proceso de cambio de la naturale-
za de la nación y del Estado. Una aproximación desde el
caso de Bolivia
, Investigación sobre mejores prácticas de
la aplicación de los principios del Convenio núm. 169
de la
OIT
, Estudio de caso No. 4, Programa para Promover
el Convenio núm. 169 de la
OIT
, La Paz, Bolivia, 2009,
pp. 56-59.
Ayllus y Marcas del Qullasuyu (
CONAMAQ
)
sobre una Asamblea Constituyente so-
berana y participativa, así como una
nueva Constitución asentada en los lla-
mados principios del ayllu.
Otra marcha sería organizada en ple-
no proceso electoral en junio de 2002,
como exigencia de ejecutar una Asam-
blea Constituyente y viabilizar un refe-
réndum de consulta para analizar si se
podía exportar gas natural por Chile.
Dicha propuesta recibiría la negativa de
los partidos y del Congreso de la Re-
pública por ser una demanda no con-
templada en la Constitución Política del
Estado, reformada en 1994.
En un intento por señalizar los ele-
mentos, instituciones y acontecimientos
que agilizarían el desarrollo del proceso
constituyente en Bolivia, cuyo produc-
to fundamental sería la Constitución
vigente desde 2009, le otorgamos un
valor sustancial a:
1. La política altamente discriminatoria
y prejuiciada en el orden racial y la
persistencia del colonialismo inter-
no, enardecido por los ajustes es-
tructurales de economía de mercado
y la modernización según paráme-
tros internacionales.
2. Un modelo de desarrollo signado por
la ineficiencia en la intervención
estatal, que alcanzaría sus mayores
cotas en febrero de 2003 cuando se
inició un proceso de ingobernabili-
dad y vacío de poder, al estallar una
revuelta social contra el incremento
de impuestos al ingreso. Protestas
que se agravarían en la ciudad del
Alto y que provocarían la renuncia a
302
MARTHA LOYDA ZALDÍVAR ABAD
la Presidencia por parte de Sánchez
de Lozada.
3. La profunda crisis de identidad na-
cional y colectiva. Los movimientos
indígenas cuestionarían el hecho
de que Bolivia sea una sola nación
compuesta de una sola identidad.
4. Práctica política como patrimonio
exclusivo de las elites mestizas e
ilustradas.
5. El divorcio entre la modernidad occi-
dental y el rescate de las identidades
indígenas, dándose cabida a todo
tipo de prácticas excluyentes.
Ha de adicionarse a lo anteriormente
señalado:
6. La existencia de signiF cativas falencias
en el sistema normativo constitucio-
nal de la República, que requerirían
ser mejoradas sustancialmente.
7. Aprobación de la Ley 2631, del 20
de febrero de 2004, para la Reforma
de la Constitución, introduciendo
institutos propios de la democracia
participativa.
8. La ruptura del monopolio de los
partidos políticos degenerativos y
prebendalistas como canales de re-
presentación de la voluntad ciuda-
dana, estableciéndose en este orden
que las agrupaciones ciudadanas y
pueblos indígenas podían postular
candidatos a presidente, vicepresi-
dente, senadores y diputados, cons-
tituyentes, concejales, alcaldes y
agentes municipales, en igualdad de
condiciones que los partidos políti-
cos, cuyos exponentes tradicionales
habían caído en el descrédito y des-
conF anza hacia sus modos de com-
portamiento y programáticas.
Ante el panorama descrito llegaría al
gobierno el
Movimiento al Socialismo
(
MAS
), con un impresionante aval elec-
toral de 53,7% durante las elecciones
presidenciales del 18 de diciembre de
2005. Se materializaban de esta forma
las expectativas de poder del movimien-
to indígena.
En sentido general podríamos iden-
tiF car como
denominadores comunes
:
Pérdida de legitimidad de la re-
presentación política ante la inca-
pacidad de los partidos políticos
tradicionales de defender el bien co-
mún, y por la exclusión de mayorías
organizadas y con amplia capacidad
de movilización.
La articulación, por parte de movi-
mientos sociales, de una agenda de
demandas a garantizar por los Esta-
dos como muestra de una intención
real de cambio político y cuyos te-
mas prioritarios se relacionan con la
nacionalización de los recursos na-
turales y la convocatoria de asam-
bleas constituyentes.
Conversión de dichos movimientos
en los principales interpeladores de
los Estados, al exponerse en ámbitos
públicos el hastío social frente a la
incapacidad partidaria para involu-
crarse con las necesidades primor-
diales de los representados.
In± uencia determinante de líderes
con voluntad política y disposición
para revertir las falencias del capita-
lismo neoliberal. Es el caso evidente
303
ACTUALIDAD LATINOAMERICANA
de los presidentes Hugo Chávez, Ra-
fael Correa y Evo Morales, respecti-
vamente.
Objetiva, evidente, pero no insolu-
ble, crisis institucional y sociopolí-
tica (aunque en diferentes formas y
grados en cada país).
Incompatibilidad entre la justicia
(social, económica, política, am-
biental y cultural) y el sistema de-
mocrático (tal como lo entendemos
clásicamente); “el pan y la libertad”.
¿Qué aspiraciones
o necesidades se lograron
satisfacer por medio del
desarrollo de tales
experiencias
constituyentistas?
Socialización de lo político, por me-
dio de nuevos mecanismos de par-
ticipación popular directa, desde el
inicio hasta la culminación de dichos
procesos de instauración constitu-
cional, materializando así los valores
de la nueva democracia participativa
y protagónica.
6
Concepción del Estado como ámbito
paradigmático de lo político dentro
de lo social.
Ejerciéndose el poder constituyente
se produjo el reforzamiento de suje-
tos históricos —individuos y colecti-
vidades— con la capacidad suF ciente
6
Cfr. V
ICIANO
P
ASTOR
, R
OBERTO
. “La columna vertebral de la
revolución: el fenómeno participativo en la Venezuela
bolivariana”, en T
ORRES
L
ÓPEZ
, J
UAN
.
Venezuela, a contra-
corriente. Los orígenes y las claves de la revolución bo-
livariana
, Barcelona, Icaria, 2006, pp. 45 y ss.
de producir transformaciones en sus
propios contextos.
Práctica social corresponsable entre
el Estado y la sociedad, en el marco
de la emergente institucionalidad.
Nuevas Constituciones políticas, pa-
radigmáticas en el reconocimiento
de la pluralidad, lo pluricultural y en
el respeto y reconocimiento de los
derechos de los indígenas, alternati-
vas de transformación política gene-
radas desde un poder “desde abajo”
en el que la comunidad es el núcleo
de la conformación de sus respecti-
vos Estados.
A manera de epílogo
Para algunos, la palabra es una invita-
ción al juego de construir sentidos. Se
piensa en la palabra “tengo” y preferi-
mos la palabra “soy”. Mucho tenemos
en común los latinoamericanos; nos
convencemos de lo que somos, y con
esa fuerza fundante, explosiva y sobera-
na, que es el poder constituyente, arma
poderosa en el arsenal que dispone la
democracia, y especialmente el consti-
tucionalismo democrático y progresista;
se apuesta y deF ende —vía pacíF ca—
por una vida digna y en armonía con
el otro.
Con nuestras disquisiciones preten-
demos demostrar el carácter indubitable
de las novísimas instauraciones consti-
tucionales para la corrección de las fa-
lencias, olvidos y viejos demonios que
postrarían, por décadas, al soberano en
la región. A ello se abocaron estas tres
naciones andinas, las cuales encontra-
304
MARTHA LOYDA ZALDÍVAR ABAD
ron en el derecho, particularmente en
la creación constitucional, respuestas a
las demandas sociales. Convergentes to-
das en el desencanto frente a la fractura
entre arraigo social y sistema político:
materia prima para postular Estados
pluriétnicos, poscoloniales o plurina-
cionales como exigencias de cambio
para la reconstrucción del pacto social
quebrado y un intento por superar las
asimetrías sociales.
Tal es el prisma que nos presenta
nuestra América en su andar, en la que
las grandes mayorías y excluidas histó-
ricas, frente a democracias deF citarias
y funcionales, pueden sentirse en estos
nuevos tiempos actores relevantes y
protagonistas activos en la construcción
del destino de sus pueblos.
A ello nos convida Eduardo G
ALEA
-
NO
al re± exionar sobre la esencia de la
p obreza. Sobre este mal que abunda en
nuestros pueblos, de manera alecciona-
dora sentenciaría: “[…] Pobres son los
que tienen la puerta cerrada”. Mante-
nerla abierta, pues, habrá de ser nues-
tro permanente derrotero, con mayores
expectativas si asumimos que estamos
asistiendo a un momento inédito, de
cambio de estación, hacia una prima-
vera constituyente que invita a nuestras
sociedades a pensarse, sentirse y com-
portarse de manera diferente, a delinear
nuestro presente y futuro con un nue-
vo tamiz. Se está haciendo realidad un
bello adagio: América despierta nueva-
mente. Ojalá y deF nitivamente sea feliz
su despertar.
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