297
I U S 2 1
|
P R I M A V E R A
2 0 0 8
La representación
política y la democracia
(consideraciones para un
debate actual en México)
José Luis Mendoza Tablero*
Introducción
N
os movemos en un mundo
poco confiado en la política y,
en su caso particular, en la repre-
sentación política,
1
la situación no
es mejor. Se dice que los partidos
En ocasiones me referiré simplemente a la repre-
sentación, pero debe entenderse representación
política.
Este comentario trata de combatir
la creencia de que la representación
política está ligada de una manera
más o menos efectiva a los ideales
de democracia. Así es común escu-
char que aquélla no funciona porque
pareciera no terminar de sincroni-
zarse con ésta, sin considerar que
se trata de incompatibilidades in-
trínsecas. A partir de esto el autor
propone repensar el contenido de la
representación política para darle un
significado más cercano a la prác-
tica, así como encontrar un nuevo
paradigma del concepto.
chos conceptos que, al menos en
la propuesta de reforma, no están
suficientemente concretados. No
se ha avanzado en las garantías de
los derechos económicos y sociales
ni en los mecanismos concretos de
transformación del modelo de pro-
ducción.
Por otra parte, el proyecto no
sólo no profundiza en la democracia
participativa, sino que endurece va-
rias condiciones para su aplicación.
Grave error, especialmente cuando
la diferencia entre el proceso de
cambio venezolano y otros procesos
sociales ha sido justo ésa: la legiti-
midad que proporciona la partici-
O P I N I Ó N
* Maestro en análisis regional. Catedrático del Ins-
tituto de Ciencias Jurídicas de Puebla.
pación. Se pudo haber apelado, y
no se hizo, al mecanismo adecuado
para la realización de los cambios:
la Asamblea Constituyente.
Todo ello no significa que sea un
proyecto totalitario, propio de una
dictadura, ni contrario a los prin-
cipios y valores de la democracia,
como ha querido ser vendido por la
derecha venezolana e internacional
y el sistema mediático. Simplemen-
te es un proyecto de reforma inade-
cuado para el momento histórico en
que se da. Muchas alforjas para un
tramo tan corto, cuando necesita-
remos muchas más para cruzar el
verdadero desierto.
O P I N I Ó N
298
R E V I S T A D E L I N S T I T U T O D E C I E N C I A S J U R Í D I C A S
políticos están en crisis, los legis-
ladores no representan a sus elec-
tores, hay muchos obstáculos para
que la población se exprese, etc.
Pareciera que la representación po-
lítica no cumple su función en la
democracia.
Hay algo que me inquieta, por
ser evidente: la representación es en
esencia la desconfianza de la mino-
ría mejor posicionada, respecto de
una mayoría a la que se le consi-
dera incapaz de tomar decisiones
adecuadas; lo cual choca de manera
inmediata y sin posibilidad de sali-
da frente a la idea de democracia,
que en general implica la interven-
ción de la mayoría de la población
en los asuntos públicos.
Así es, aunque pareciera inne-
gable que la representación política
ayudó a la democracia en un primer
momento para dejar atrás al sistema
feudal que piensa en la designación
del poder como un elemento aristo-
crático y/o divino. Sin embargo, la
representación, así como la división
de poderes, está considerada para
ayudar a una clase económica emer-
gente, disputando un lugar como
clase política.
2
La primera intención
en la representación junto con otros
elementos jurídico-políticos, como
identidad nacional, constitución
política, historia oficial, división
de poderes, etc., no es un ideal de-
mocrático como se pudiera pensar
ahora, sino simplemente dejar atrás
2
Me refiero al concepto manejado por Gaetano Mosca.
a la nobleza y al poder terrenal de
la Iglesia, principalmente.
La representación protege a la
clase económica emergente, porque
se busca la igualdad entre los ciuda-
danos, pero la “necesidad” obliga a
tener representantes, con lo cual la
igualdad queda rota porque las cla-
ses sociales más bajas en el espectro
socioeconómico estarán impedidas
de ser representantes; no obstante
lo anterior, para reforzar la idea, to-
davía se encontrarán muchas reti-
cencias a dar lo que se conoce como
voto universal, en clara referencia a
la desconfianza hacia las clases po-
pulares; mucho después y hasta la
fecha, en algunos momentos se les
pedirá que cumplan con su respon-
sabilidad de ser representados, esto
es, votar para legitimar ahora sí a la
clase política posicionada.
Ésta es la razón por la cual de
manera intrínseca no puede ir más
allá la representación en ayuda de
la democracia.
Representación política
Los dos conceptos (representación y
democracia) nacen en situaciones to-
talmente diferentes: el primero surge
como necesidad en el siglo
XVIII
, para
otorgar operatividad al concepto eu-
ropeo de Estado-nación; se trata de
derrocar al régimen feudal y a la
monarquía tradicional, desarrollan-
do el comercio y ante la necesidad
de buscar formas modernas que per-
mitan sacar el mejor provecho.
O P I N I Ó N
299
I U S 2 1
|
P R I M A V E R A
2 0 0 8
Así, ¿a qué nos referimos con
representación? ¿Se trata el poder
legislativo (como ente representa-
tivo)
3
de una muestra de los dife-
rentes sectores de la población? No.
Puesto que en un país como éste de-
berían ser la mitad de sus miembros
pobres en términos económicos, una
mitad serían mujeres, una décima
parte dentro de todo ese conjunto
serían de población india,
4
el cinco
por ciento debería ser discapacita-
do, etc.; así nuestros representantes
legislativos no son una “muestra”
de la población. Representan en el
mejor de los casos sectores de la
clase política que desde su posición
disputan espacios.
¿Son los representantes, envia-
dos con una serie de mandatos? No.
Aunque las campañas electorales
sean excesivamente mercadotécni-
cas, además de que fueran diferen-
tes, lo que se trata en la búsqueda
del voto es una parte insignificante
de los temas y situaciones que se
tratarán en la función legislativa,
para los cuales ya no se tomará
en cuenta al votante sino en for-
ma difusa; a pesar de que se tuvie-
se voluntad de atender la voluntad
de los ciudadanos ¿Cómo procesar
tal situación? Sobre todo cuando
se trata de posiciones diversas, en
3
Aunque no solamente la representación política
significa el ámbito legislativo, sí es el principal
referente, por lo cual constantemente haré refe-
rencia a éste.
4
Este término me parece más adecuado que el
inexacto y eufemístico (en ocasiones hipócrita) de
indígena.
ocasiones contrapuestas, por eso la
teoría clásica (Edmund Burke) dice
que los representantes tienen que
decidir con base en su criterio y no
actúan a nombre de un región sino
por el total de la población. Desde
esta perspectiva la representación
es una ficción.
.. necesaria,
5
pero
ficción.
¿El voto es la forma más demo-
crática de elegir a los representan-
tes? No. Muy probablemente si de
lo que se tratara es de un “mosai-
co” de la población, entonces sería
mejor al azar. Se puede considerar
no, porque necesitamos, sí, repre-
sentantes, pero además se requiere
a personas con ciertas característi-
cas que hagan adecuado su trabajo.
Pero caemos en la cuenta de que no
precisamente tenemos a las perso-
nas más “preparadas” como repre-
sentantes.
Para los momentos que vivimos,
ser un representante político sig-
nifica una posición que da ventaja
personal y no una carga, por ejem-
plo; así el salario mínimo compara-
do con el de un diputado federal, no
da para creer que este último haga
un servicio a la nación, sino que
representa una posición de poder y
así es percibido. Es difícil aceptar,
con Robert Michels, que toda socie-
dad organizada significa que está
dominada al interior.
Por tanto, la representación es
una abstracción que termina en
5
Porque así se busca eficacia y unidad.
O P I N I Ó N
300
R E V I S T A D E L I N S T I T U T O D E C I E N C I A S J U R Í D I C A S
ficción, según la cual la población
determina mediante un proceso ins-
titucional (generalmente votación)
una serie de personas que actúan
desde el poder público, con el acuer-
do y/o voluntad de las mayorías, en
la búsqueda por lograr el bien co-
mún mediante acciones concretas
de gobierno.
Un manejo conceptual alterno al
anterior, sería: mecanismo de legi-
timidad por medio del cual se busca
la aceptación de la mayoría de la
población para que determinados
grupos de poder puedan ejercer el
gobierno a nombre de una sociedad
política.
Democracia
La idea de la democracia tiene dos
momentos: en primer lugar, nace
de las concepciones griegas clásicas
las cuales consideran a la partici-
pación política como un elemento
necesario de la vida de la
polis
.
Se tienen expresiones casi míticas
como las reuniones públicas en el
ágora, pero hay que hacer notar que
mucha gente estaba excluida de di-
chas posibilidades, como las muje-
res, los adolescentes, los esclavos,
etc. Como tal la democracia es con-
siderada inadecuada, por decir lo
menos para el caso de Aristóteles
6
y
Platón, por la simple razón de que
hacerle caso a la mayoría significa
un costo elevado en las tareas del
6
En sí el buen gobierno aquí es
politeia
.
gobierno y se está en constante pe-
ligro ante los demagogos. El punto
no tiene solución: la mayoría de la
población tiene metas a corto plazo
y la conducción política requiere de
una visión más amplia. El concepto
de democracia en la Edad Media no
será importante, puesto que la legi-
timidad vendrá del
status
o de Dios.
Así, caerá en un bache, destacando
que de por sí gozó de poca salud.
El concepto de democracia se
convierte en un elemento deseado
del siglo
XX
, pues resulta que con
los movimientos (sociales, políticos
y económicos) del siglo
XVIII
se ha-
cen cada vez más necesarias nue-
vas formas de legitimidad. Entonces
está visto que la realeza ya no tiene
la misma fuerza y la parte religio-
sa hace mucho tiempo que sufre,
sobre todo en su versión católica.
No son casualidad los postulados
de la revolución francesa: libertad,
igualdad y fraternidad; se está en la
búsqueda de un cambio en las élites
a partir de ideas que podríamos lla-
mar
predemocráticas occidentales
.
En el siglo
XIX
existirá un mane-
jo abstracto y no comprometido del
concepto de democracia, porque el
siglo de la democracia será el
XX
;
en la primera mitad, tomará fuer-
za a partir del manejo fascista del
concepto y saldrá con fuerza reno-
vada después de la Segunda Guerra
Mundial, en la cual el nacionalismo
militar ha dejado otro enemigo al
que se le relaciona con lo antide-
mocrático.
O P I N I Ó N
301
I U S 2 1
|
P R I M A V E R A
2 0 0 8
De hecho existe una presión im-
portante para que Europa deje de
ser colonialista formal; no es ca-
sualidad la gran cantidad de “in-
dependencias” realizadas en países
periféricos, sobre todo en Asia y
África.
No será difícil entender que con
la diversidad de motivaciones alre-
dedor del concepto, éste pueda ser
polisémico: actualmente a la demo-
cracia se le asocia con elecciones,
pero además con una cultura polí-
tica por el respeto a la diferencia,
en donde las disputas pueden y de-
ben darse, pero con base en reglas
acordadas y mediante canales insti-
tucionales, de ahí que se ha vuelto
punto de referencia el concepto de
poliarquía
de Robert Dahl.
7
Para el siglo pasado existe el
gran problema de la legitimidad y
queda con más fuerza que nunca la
idea de la mayoría, esto es: el poder
de la clase dominante surge de la
aprobación de la mayoría, no hay
mejor mecanismo de legitimidad; en
muchos sentidos podría representar
un juego o, si se quiere, un enga-
ño, porque los mejor posicionados
ponen reglas y por ende son bene-
ficiados; los demás serán utilizados
7
La poliarquía existe en un sistema político que
tiene: 1) cargos electivos para el control de las de-
cisiones políticas; 2) elecciones libres, periódicas
e imparciales; 3) sufragio inclusivo; 4) derecho a
ocupar cargos públicos en el gobierno; 5) libertad
de expresión; 6) existencia y protección por ley de
variedad de fuentes de información; 7) derecho a
constituir asociaciones u organizaciones autóno-
mas, partidos políticos y grupos de intereses.
en el “juego de la democracia”.
Así, democracia sería: categoría
ideal cultural que valora la nece-
sidad de que la mayoría de la po-
blación intervenga en diferentes
aspectos y grados de la vida públi-
ca, mediante un consenso en me-
canismos institucionales en donde
se respete y aprecie la disidencia o
diferencia, buscando el bien común.
Como categoría ideal, se considera
que algo es más o menos democrá-
tico en tanto se acerca o aleja de
este supuesto.
Situación actual de la
representación política
La representación política repre-
senta ahora un freno y no el for-
talecimiento de la democracia. La
representación funciona como un
filtro de la expresión social, pero
lo más grave es que todos podemos
darnos cuenta de que la función que
se le ha asignado es incongruente
con lo que sucede; sin embargo,
continúa ante el disimulo general.
Pareciéramos vivir en la Edad
Media, cuando a la política se le
relacionaba con la virtud platóni-
ca, aunque eso no tuviese ningún
sustento; sin embargo, mucha gente
reaccionó disgustada ante tal cues-
tionamiento. De la misma manera
podemos notar que las disposicio-
nes legales y las instituciones consi-
deran a la representación como algo
honorable, en donde la población
está representada.
O P I N I Ó N
302
R E V I S T A D E L I N S T I T U T O D E C I E N C I A S J U R Í D I C A S
Sostenemos de manera compli-
cada la legitimidad de la represen-
tación en la legalidad, siendo que
debería ser al revés: se acatan las
disposiciones legales porque la ma-
yoría está convencida del papel que
juegan los representantes.
La representación, si no puede
estar legitimada en las elecciones,
lo debe ser en los resultados. Algo
que hemos aprendido, no sin su do-
sis de dolor, es que a la mayoría de
las personas (no sé si incluirme) no
le interesa un gobierno democrático
si eso no se traduce en resultados.
Los partidos políticos están ín-
timamente ligados al proceso de
representación y forman una man-
cuerna con el gobierno. No se puede
dejar de tener en cuenta por lo me-
nos la interrelación que hay entre
estos tres elementos; al gobierno, lo
que más se le pide son acciones pla-
nificadas, y a los partidos políticos
una mejora en su vida interna.
En el contexto anterior las elec-
ciones son muestra del desgaste de
tal mancuerna: la gente vota me-
nos. Para el caso de México es muy
significativo que desde que existe
el Instituto Federal Electoral (
IFE
),
todos los procesos electorales presi-
denciales han tenido un porcentaje
decreciente en la votación y que en
pesos constantes se ha gastado más.
Se pueden realizar varias interpre-
taciones, pero no creo que lo men-
cionado sea algo menor.
El voto del cual salen los repre-
sentantes es un juego en donde se
deja elegir a la mayoría de la pobla-
ción sobre lo que previamente ha
escogido la clase política. Se podría
pensar en alguien que busca una
pareja sentimental y se permite es-
coger de manera “libre”, pero sólo
entre ocho opciones predefinidas
por otros. El problema es complejo,
pues quizás las candidaturas inde-
pendientes sean la solución cuando
sólo dan cuenta de un grito deses-
perado que no deja de tener a sus
interesados.
Hacia una redefinición
Lo primero es reconocer que la re-
presentación es una ficción, pero ahí
está el problema porque entonces el
discurso de legitimidad se hace to-
davía más incoherente, pues como
hemos dicho, se trata de que deter-
minadas personas ostenten el poder
público porque la mayoría lo ha
querido así y lo hacen en nombre y
representación de “todos”. Con todo,
me parece que ése es el camino, lo
cual nos pone en un predicamento
porque nos deja sin referentes para
respondernos una cuestión de suma
importancia: ¿quién gobierna y por
qué?
Si tomamos como premisa que
un paradigma, como lo es la repre-
sentación política, sólo desaparece
cuando llega otro, ante la falta de
éste lo mejor que podemos hacer
ahora es replantear el contenido del
concepto.
Si no podemos hacer que los re-
O P I N I Ó N
303
I U S 2 1
|
P R I M A V E R A
2 0 0 8
O P I N I Ó N
presentantes sean democráticos, en-
tonces debemos preocuparnos por
que cumplan de la mejor manera
sus funciones, dando prioridad a:
— Que sea gente con el perfil.
Se requiere que los representantes
sean personas con una idea clara
de sus funciones, el área en donde
pueden trabajar mejor, además de
una planeación de lo que se pue-
de hacer durante su periodo. Sien-
do personas que pudieran superar
pruebas que garanticen su capaci-
dad intelectual, además de cumplir
con grados académicos y de expe-
riencia que nos lleven a pensar en
la idoneidad de su posición como
representantes. Esto que comento,
sé que no es condición suficiente,
pero me parece que en una amplia
mayoría sí es necesaria.
— Evaluación de tareas. A partir
de una planeación y mecanismos
de medición se tiene que saber que
cumplen con su trabajo, situación
indispensable como resultados y
avances.
8
— Mecanismos de control. Los
representantes deben tener sueldos
que sean compatibles con la socie-
dad para la que laboran; un referen-
te podría ser el ingreso
per capita
.
No dejo de pensar que la actividad
política puede ser, en términos de
8
No se trata de crear un recetario, pero sí se
pueden tener elementos claros; no tiene por qué
existir retraso legislativo, por ejemplo; se debe ter-
minar con las iniciativas pendientes o bien con-
tinuar con el periodo extraordinario de manera
automática.
remuneración, básicamente hono-
rífica, para otorgarle un mínimo de
dignidad.
9
La reelección es necesaria
tal vez con ciertos candados, por-
que de esa manera se puede premiar
o no al representante de una mane-
ra muy clara y existirá un incenti-
vo. También pudiese ser favorable
fortalecer los órganos técnicos que
acompañen a los representantes,
con el peligro que esto involucra en
la Jaula de Hierro en Max Weber.
El inicio de todo esto tiene que
ser una discusión amplia por par-
te de la sociedad, para hacer una
agenda ciudadana sobre la cual se
busque la incorporación de los re-
presentantes.
A manera de conclusión
L
a representación política no ayuda
a la democracia, por ser en esencia
una ficción; se requiere por tanto
replantearla en su contenido ante la
falta de sustitutos actuales, de tal
manera que se asuma una posición
más objetiva por la cual no se pida
que nuestros representantes sean
una parte proporcional de la pobla-
ción, sino por el contrario, que se
defina su trabajo de la manera más
clara posible y se busquen los me-
jores resultados.
Queda pendiente el problema que
puede provocar una percepción cí-
9
Algo muy diferente es el trabajo profesional ad-
ministrativo dentro del gobierno que principal-
mente, creo, debe dirigirse para efectos de este
momento en México al servicio civil de carrera.
304
R E V I S T A D E L I N S T I T U T O D E C I E N C I A S J U R Í D I C A S
D E B A T E
nica de las instituciones del Estado,
más grave aún, una mayor despo-
litización de la sociedad, en donde
los grupos que no siendo visibles a
D E B A T E
El autor de este ensayo de alguna
manera aprueba la última reforma al
sistema electoral mexicano y hace un
recuento de lo que considera acerta-
do, además de ahondar algunas pro-
puestas y señalar fallas. Su lectura,
creemos, acendrará el debate sobre
el tema en beneficio de futuras ex-
periencias, tanto académicas como
administrativas y políticas.
La aplicación de la
última reforma
constitucional mexicana
en materia electoral
de 2007
Juan Manuel Crisanto Campos
Introito
M
ontesquieu
1
afirmó que no son
los hombres sino las institu-
ciones las que aseguran el reino de
la libertad y las buenas costumbres
en los estados; todo bien y todo mal
resultado de la convivencia social
dependen de su perfección o im-
1
Citado por Maurice Joly en
Diálogo en el infier-
no entre Maquiavelo y Montesquieu
, Muchnik
Editores, México, 1974, p. 24.
la opinión pública incrementen su
poder. En esto se encuentra el reto
del cambio de paradigma en la re-
presentación política.
perfección. Hace énfasis en la im-
portancia de diseñar las mejores
instituciones posibles para cada
sociedad, es decir, en atender a su
contexto.
Esta reforma mencionada en el
título, sin duda fortalece y configu-
ra una de las mejores instituciones
de nuestro país, es un gran avance
ante nuestra realidad social, cultu-
ral y político. Con ella, conservando
el espíritu profesional de la institu-
ción, habrá en el futuro, en México,
más equidad en la contienda por el
poder, menos gasto en las elecciones
(eficiencia) y una institución más
sólida y legítima. La modificación
es un punto histórico de inflexión:
si la reforma de 1996 se caracteri-
zó por sentar bases institucionales
para llevar al cabo elecciones libres
y competidas, la de 2007 además de
consolidar ese tipo de elecciones,
pone énfasis en la equidad, en la
igualdad y en la eficiencia.
El derecho, la justicia electoral
y los métodos de interpretación
de la ley en la materia en nues-
tro país, proporcionan herramien-
tas suficientes y adecuadas para
que el Instituto Federal Electoral
(
IFE
) se apegué, en todo caso, a los
principios que rigen las elecciones