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constitucional de Venezuela, cuyos
resultados ya han sido ampliamente
divulgados.
De Sucre a Oruro,
pasando por Santa Cruz
Rubén Martínez Dalmau*
E
l sábado 15 de diciembre todos
parecían felices en Bolivia. Con
la tensión que se vive en el país, es
difícil no pensar, como diría Obélix,
formar toda la legislación, y cuya
observancia depende del criterio
de los jueces, cuya actuación no se
fundamenta en el principio demo-
crático. Esto significa que el juez
se ha convertido en el protagonista
absoluto de este modelo de Estado
constitucional, ya que sólo él puede
garantizar todo el sistema de valo-
res, principios y derechos recogidos
en la Constitución. ¿Es ésta una res-
ponsabilidad que debe considerarse
inherente a la función judicial o es
demasiado poder para una institu-
ción cuya legitimidad no dimana
del principio democrático? No hay
unanimidad en la respuesta.
¿Es posible conciliar la lógica del
principio de legalidad (sumisión del
juez a la ley) tradicionalmente sos-
tenida por el positivismo europeo,
y la del principio de constitucio-
nalidad (vinculación del juez a los
valores, principios y derechos con-
Los profesores que para la ocasión
colaboran en esta sección se en-
cuentran muy vinculados con los
procesos constitucionales de última
data ocurridos en América Latina,
por lo que sus opiniones son muy
valiosas no sólo como estudiosos del
derecho constitucional que son, sino
además como observadores privile-
giados de acontecimientos. En este
caso transcribimos dos comentarios
sobre el proceso constituyente de
Bolivia y la propuesta de reforma
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sagrados en la Constitución, más
allá de la ley)? Digamos que, más
que superar la aporía, el Legislati-
vo ha buscado el mecanismo para
conservar su supremacía política y
legislativa: consiste, obviamente,
en participar de manera decisiva
en el proceso de selección de los
miembros que componen los tribu-
nales constitucionales. En efecto, en
la mayoría de países, estos órganos
acaban siendo un reflejo de la com-
posición de la Cámara legislativa,
ya que sus miembros acaban siendo
designados a propuesta de los di-
versos grupos parlamentarios. Esto
produce una evidente politización
de sus decisiones más importantes.
Los ejemplos son abundantes y co-
nocidos en todas partes. De ahí que
tal situación también genere males-
tar. En fin, parafraseando la mítica
escena cinematográfica: “ningún
modelo de Estado es perfecto”.
A C T U A L I D A D
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que están locos estos bolivianos.
Pero no, no lo están. Vivían con
ansia, y mirando de reojo al vecino,
un día crucial, parecido a una no-
che electoral donde los dos partidos
grandes se sienten ganadores, pero
ninguno está seguro de serlo. Claro
que en esta ocasión no se ha intro-
ducido un solo voto en la urna, sino
se han presentado dos propuestas
radicalmente diferentes de norma
jurídica que plantean dos visiones
opuestas de país.
Ese sábado —oscuro y lluvioso en
Sucre— los ciudadanos celebraban
en las dos principales ciudades de
Bolivia: unos, los paceños, porque
el presidente Evo Morales entregaba
al pueblo el proyecto de Constitu-
ción que la Asamblea Constituyente
había redactado en tiempo y forma,
en el marco de una fiesta colorida
donde desfilaron indígenas y cam-
pesinos, encantados de ver una luz
al final del túnel. Otros, los cruceños,
porque con la aprobación por la vía
del hecho de su estatuto de autono-
mía se plantean nuevas perspecti-
vas hacia la tan ansiada separación
de la
media luna
(departamentos
del oriente del país, liderados por
Santa Cruz, que decidieron apostar
por la autonomía). Pero son de esas
celebraciones que miran con rece-
lo por encima del hombro. Unos y
otros saben que, a medio plazo, los
dos proyectos son incompatibles, e
intentan poner buena cara, como si
la fuerza del enemigo no contara,
mientras aguantan con la firmeza
que pueden el pulso del contrario.
Recordar brevemente los hechos
de los últimos meses puede aportar
luz sobre lo que está ocurriendo en
Bolivia. El 6 de agosto de 2007, la
Asamblea Constituyente bolivia-
na cumplió un año en el empeño
de aprobar un proyecto de Consti-
tución, y el plazo se amplió hasta
el 14 de diciembre. Un año era el
tiempo previsto en la ley de con-
vocatoria para redactar el texto.
La razón del fracaso es de sobra
conocida: la dilatación del tiempo
promovida por los partidos de la
oposición, que se han esmerado con
éxito en plantar obstáculos y más
obstáculos al desarrollo normal del
proceso constituyente. Ya sabían a
qué se enfrentaban en el caso de
que la Constituyente cumpliera su
misión: a una inversión drástica
en el poder —desde las oligarquías
hacia el pueblo—, a la democrati-
zación de los recursos y, en defini-
tiva, a una verdadera travesía del
desierto abocada desesperadamente
a la búsqueda de un oasis, como en
Venezuela ha sido la victoria del
“No” por un puñado de votos. La
oposición boliviana, a la vista de lo
ocurrido, evitará a toda costa ini-
ciar tal travesía.
Esto se traduce en impedir, caiga
quien caiga, que la nueva Constitu-
ción entre en vigor. El primer
round
constituyente fue ganado por la
A C T U A L I D A D L A T I N O A M E R I C A N A
* Profesor titular de derecho constitucional de la
Universitat de Valencia.
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oposición: las decisiones en el seno
de la Constituyente se tomarían por
dos tercios de los votos, y no por
mayoría absoluta, como ocurre en
cualquier otro foro deliberador. A
la hora de la verdad, los
dos tercios
dejaban en manos de la minoría la
posibilidad de hacer viable la Cons-
tituyente. Los bolivianos recorda-
rán toda la vida el error de haber
aceptado una mayoría tan amplia
para decidir. Desde ese momento, la
Asamblea Constituyente estaba he-
rida de muerte.
No fue un milagro la que la re-
sucitó, sino la propia naturaleza
de los procesos sociales de cambio
que, como la marea —en este caso
una marea andina, con sus propios
tiempos—, extiende el mar hacia su-
perficies que parecían seguras. La
estocada final debía haber sido el
problema de la capitalidad de Sucre,
que desvió la atención del objetivo
real, esto es, la refundación del país
y la inclusión de las mayorías, hacia
una cuestión fabricada artificial-
mente por los intereses cruceños,
como era el traslado de los órganos
de gobierno desde La Paz a Sucre.
La Constituyente se recobró de lo
que parecía el golpe final, reaccio-
nando como pudo. En lo que fue un
verdadero parto de los montes, tuvo
que resguardarse en el liceo militar
del Palacio de la Glorieta, en Su-
cre, para aprobar la Constitución en
grande, y despistó al enemigo para
conseguir aprobar en Oruro, el 9 de
diciembre, el texto constitucional
artículo por artículo. Y ahora tiene
que ver qué pasa.
Formalmente, la oposición se ha
quedado sin razones; la convoca-
toria de Sucre podría ser discutida
políticamente —no así jurídicamen-
te— por la ubicación de la plenaria
en un liceo militar, pero la de Oruro
no cuenta ni con ese impedimen-
to. Se desarrolló en instalaciones
universitarias, estuvieron presentes
164 constituyentes de los 255 que
conforman la totalidad del foro, y
entre ellos se encontraba en ple-
no el segundo partido más grande
de la oposición, Unidad Nacional,
incluido su líder, y varios cons-
tituyentes del principal partido
opositor,
PODEMOS
. La discusión por
partes de la Constitución duró casi
17 horas, durante las cuales fueron
aprobados de uno en uno los 411
artículos de los que consta el pro-
yecto de Constitución. Todo está
grabado, emitido en directo, y en
actas. En todas sus formalidades,
la aprobación del texto en Oruro
fue impecable. Si la oposición no
acudió —y por ello han recibido
no pocas críticas desde sus mismas
filas— fue porque no quiso, como
demuestra la entrada cirquense de
algunos constituyentes de
PODEMOS
en el recinto universitario vocife-
rando sobre la ilegalidad de la re-
unión. Se les dejó gritar y salieron
por sus propios pies.
Pero no nos llevemos a engaño:
aunque el gobierno ha recobrado la
iniciativa en cuestión de días, aquí
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nadie se da por vencido. La oposición
conoce el texto; sabe que plantea
mecanismos de democracia partici-
pativa que dejará las decisiones más
importantes del país en manos del
pueblo; que la posesión latifundista
de tierras quedará prohibida; que
los mecanismos de control popular
serán transversales a todo el Estado;
que se constitucionaliza uno de los
catálogos de derechos más amplios
del mundo; que se establece, a di-
ferencia de la Constitución actual,
que Sucre es la capital de Bolivia,
lo que pretende solucionar un con-
flicto de más de un siglo; que ha-
brá autonomías departamentales, sí,
pero acompañadas de las indígenas,
que no en vano han esperado cinco
siglos y han dejado muchos muer-
tos en el camino para conseguirlas.
En definitiva, no es ni por asomo
la Constitución que necesitan para
recuperar el terreno perdido desde
la victoria de la propuesta del
MAS
,
liderada por Evo Morales.
Si algo ha quedado claro en las
dos celebraciones a las que se ha
hecho referencia, es que han caído
las máscaras; la autonomía de la
media luna estaba preparada, lista
para ser declarada de hecho apenas
se constatara el fracaso anunciado
de la Constituyente. Ese fracaso es
el que legitimaría la autoconvoca-
toria de una asamblea autonómica,
inicio que apunta hacia la división
del país y la separación definitiva
entre
collas
y
cambas
. El
problemi-
ta
con el que no contaba la media
luna es que, finalmente, la Asam-
blea Constituyente entregaría su
texto que, con sus errores, puede
cubrir con creces las ansias de cam-
bio de la mayoría de la población.
El gobierno sólo tiene que dar a
conocer la propuesta que incorpo-
ra la Constitución, convencer a los
ciudadanos de su idoneidad, y es-
perar la victoria del “Sí” en la que
será la primera Constitución votada
en Bolivia. Mientras tanto, la acti-
vación de las autonomías —que no
prevé la Constitución aún vigente,
de 1967— es una verdadera provo-
cación para que el gobierno active
el estado de sitio y que, si se aplica-
ra la Constitución vigente, debería
quedar en poco más que un intento
desesperado de resistir a los cam-
bios democráticos que se proponen
en el país.
Con la reacción de las últimas
semanas, el gobierno de Evo Mo-
rales recuperó la iniciativa. Por el
momento el juego ha quedado en
tablas, lo que dará inicio a una
nueva contienda. La próxima cele-
bración sólo tendrá un sentido y, si
vence la legalidad, conmemorará la
entrada en vigor de la nueva Cons-
titución boliviana.
A C T U A L I D A D L A T I N O A M E R I C A N A