*
Doctor en derecho y profesor titular de F
losofía del de-
recho de la Universidad de Valencia, España.
Los días 3 y 4 de septiembre de 2009, el área de investigaciones del Instituto de Ciencias
Jurídicas de Puebla efectuó su
IV
Jornada CientíF
ca bajo el tema “México y la crisis mundial:
una mirada multidisciplinaria”, evento en el que participaron investigadores de diferentes
instituciones y 600 delegados. La revista
IUS
retoma la temática en la presente sección y
reproduce dos de las intervenciones realizadas —una desde el derecho internacional y otra
desde las ciencias políticas— que suscitaron gran polémica
***
On the 3rd and 4th of September, the area of research at the Instituto de Ciencias Jurídicas
de Puebla [Institute of Legal Sciences of Puebla] conducted its
IV
(fourth) ScientiF
c Meeting
under the theme “Mexico and the global crisis: a multidisciplinary point of view”, event in
which researchers from different institutions and 600 delegates participated.
IUS
journal
picks up the theme in this section and reproduces two of the papers-one from the point of
view of International Law and the other form the Political Science, which arouse consider-
able controversy
***
y teleologías, lo cierto es que para efectos
de la presentación el concepto de crisis lo
abordaremos a partir del concepto de con-
tradicción del capitalismo global y como
una crisis de desregulación F nanciera.
En las integraciones, en tanto forma
de acumulación capitalista a nivel regio-
nal, y en la medida que se inició con la
crisis F nanciera en el aún centro del ca-
pitalismo mundial y líder en la integra-
ción de Norteamérica, Estados Unidos,
no importó qué tan abierta o cerrada
estuviera una integración regional en
los diferentes modelos existentes en el
mundo, ya que la crisis pegó con di-
ferenciadas consecuencias; para el caso
de la integración de América del Norte,
si bien ella inició como una estrategia
estadunidense en la década de los no-
Integración y crisis
económica: la securitización
de América del norte /
Integration and economic
crisis: the
securitización
of
North America
Paulino Ernesto Arellanes Jiménez
Introducción
S
i bien la crisis del capitalismo mundial
puede a
preciarse desde diferentes ópti-
cas teóricas y desde diferentes causalidades
279
D
EBATE
México y la crisis mundial: una mirada multidisciplinaria
Mexico and the world crisis: a comprehensive approach
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venta frente a la integración F nanciera
(monetaria) y política de la Unión Euro-
pea y, solamente como Tratado de Libre
Comercio, donde se han privilegiado el
intercambio de comercio y de capitales,
hoy con la crisis política internacional
cuyas manifestaciones son las con-
frontaciones de Estados Unidos con el
Medio Oriente y Euroasia (Afgagnistán,
Irán, Irak) y su lucha contra los nuevos
actores: el terrorismo internacional y el
crimen organizado (lavadólares, espe-
culadores, narcotráF co internacional) y
ahora, con la crisis F nanciera interna-
cional ha conducido la integración de
América del Norte a una securitización
en favor de los intereses estadunidenses
como estrategia para conservar el poder
económico y político post-integraciones
y post-globalismo del capitalismo.
En esta presentación abordaremos
algunas re± exiones en torno a la cri-
sis, sus causas y algunas características,
como crisis de desregulación; para luego
hablar de la crisis en su relación con la
integración a partir del manejo de libre
comercio. Como tema derivado se anali-
za la crisis en la integración de América
del Norte (Estados Unidos y su relación
con México), en donde la seguridad de
esta región ya no solamente es econó-
mica sino se convierte en un asunto de
seguridad regional. ²inalmente se ter-
mina con algunas re± exiones a manera
de conclusión.
Crisis del capitalismo mundial
Ya desde 1934, en una obra intitulada
La crisis mundial
, se escribía lo siguien-
te: “Cada acto gubernativo de alcance
económico representa, en realidad, la
simple consecuencia de antecedentes
diversos que se diferencian unos de
otros y cuya resultante se traduce en si-
tuaciones que, alternativamente, se cali-
F can como de prosperidad o depresión,
sin que exista en realidad un concepto
exacto para tales caliF caciones, pues, si-
multáneamente, lo que es utilidad para
unos es pérdida para otros.
No se puede desconocer, sin embar-
go, la importancia de tales desviaciones
en la trayectoria económica normal de
un país. De cualquier manera que se le
caliF que (prosperidad o depresión, in-
± ación o de± ación), ellas perturban el
equilibrio de la producción y el con-
sumo, afectan el crédito, alteran el
régimen monetario y crean una nueva
distribución de la riqueza, dando lugar,
en situaciones extremas, a perturbacio-
nes sociales de alcance inesperado… En
algunos casos la crisis de producción se
extiende a una crisis bancaria. El proce-
so de derivación es bastante simple”.
La crisis actual, si bien es cierto que
se le caracteriza como crisis F nancie-
ra porque inicia en las aseguradoras e
hipotecarias, lo cierto es que en forma
concreta es una crisis de mercado, donde
la producción se detiene al no encontrar
consumo. “Podrá discutirse mucho si la
causalidad de una determinada crisis se
debe a una eventual desproporcionali-
dad sectorial; a una declinación de la
rentabilidad del capital; a una contrac-
ción de la demanda efectiva, pero lo que
aparece como meridiana claridad es que
la crisis, necesariamente, se expresará en
el campo del mercado.”
Sin embargo, en la crisis como las
fuerzas del mercado no son ociosas y se
perturban por sí mismas, detrás y delan-
te de ello está el ser humano, especial-
mente los grandes gerentes corporativos
en las empresas trasnacionales de nues-
tros días, quienes operan el capital de
una manera política fuera de las reglas
del juego de un sistema: “El fracaso de
los reguladores gubernamentales en de-
tectar los fraudes en los más altos nive-
les empresariales se debe en parte a la
creencia de que los grandes hombres de
negocios son incapaces de actuar mal.
En el caso de que cometan delitos, es
mejor para los investigadores mirar ha-
cia otro lado ante el miedo de poner
en tela de juicio la conF anza de fon-
do de la gente en el gran sistema em-
presarial.” El profundo y vasto margen
de corrupción, encubrimientos y frau-
de en las más altas esferas del mundo
empresarial estadunidense cuenta con
profundas raíces culturales y políticas
y con extensas consecuencias econó-
micas. La idea de que lo que es bueno
para los negocios es bueno para el país
es elevada en Estados Unidos al rango
de un dogma.
Por lo anterior, en esta crisis de al-
cance mundial, dentro de lo que ahora
se llama crisis del capitalismo mundial o
crisis global o crisis del capitalismo glo-
bal, no podemos dejar de personalizar
geopolíticamente su origen, que se lo-
caliza en Estados Unidos; efectivamente
ya desde el gobierno de Clinton se había
optado en 1992 a la presidencia con un
programa que aF rmaba que lo impor-
tante era la economía estadunidense,
no la política exterior, y si F nalmente
intervino para intentar arreglar “Occi-
dente” fue después de haber intentado
desesperadamente eludir semejante res-
ponsabilidad.
Pero, ¿cuáles podrían ser los proble-
mas económicos que como ideología y
no realidad ya se presentaban en Esta-
dos Unidos? El más importante: darle
peso a la realidad virtual como realidad
concreta; de manera que al tratarla era
pura imaginación. Al respecto Samir
Amin expresa: “Las fuerzas dominan-
tes lo son porque consiguen imponer su
lenguaje a sus víctimas. Los ‘expertos’
de la economía convencional lograron
así hacer creer que sus análisis y las con-
clusiones que sacaban de ellos se im-
ponían porque eran ‘cientíF cos’, por lo
tanto, objetivos, neutros e inevitables.
Nada de esto es cierto. La economía
llamada ‘pura’ sobre la cual fundan sus
análisis no trata de la realidad, sino de
un sistema imaginario que no sólo no
constituye ni siquiera una aproximación
a la realidad, sino que se sitúa franca-
mente en sus antípodas. El capitalismo
realmente existente es algo por comple-
to diferente […].
“Esta economía imaginaria amalga-
ma los conceptos y confunde progreso y
expansión capitalista, mercado y capita-
lismo. Para poder desarrollar estrategias
eF caces, los movimientos sociales deben
liberarse de esas confusiones. […]
“La confusión de dos conceptos (la
realidad/la expansión capitalista) y lo
deseable (el progreso en un sentido de-
F nido) está la raíz de los desaciertos de
los críticos de las políticas aplicadas… El
‘mercado’ y el ‘capitalismo’ constituyen
dos conceptos distintos. El capitalismo
realmente existente, como lo analizó
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perfectamente Braudel, hasta es lo con-
trario del mercado imaginario.”
El mercado por naturaleza es mun-
dial, el capitalismo no, porque es un
modo de producción y forma sistema,
aunque hay que reconocer que después
de la guerra fría se apropió del mercado
mundial e hizo del mercado su para-
digma teórico y práctico como realidad
virtual sin realmente llenar del todo a
ese mercado, y además el Estado sirvió
a sus propósitos institucionalizando las
reglas del juego como la juridiciación
del mercado global.
Queda claro que la crisis actual es de
ciclo largo no sólo por la nueva revo-
lución de las fuerzas productivas, sino
por la búsqueda de nuevas ganancias y
la demanda raquítica de la producción,
porque las causas de la crisis en general
del capitalismo se pueden sintetizar en
las contradicciones de la reproducción
capitalista, ya que de acuerdo con el ca-
rácter de la reproducción del capitalis-
mo, la producción tiene carácter social,
esto es, el resultado de la actividad de
los miembros de la sociedad; y por lo
tanto, debe estar destinada a satisfacer
las necesidades de la sociedad y de to-
dos sus miembros. El motivo y el motor
de la reproducción deberían ser, pues, la
satisfacción de estas necesidades y no
de unos cuantos de la élite F nanciera,
como ha sucedido últimamente; de aquí
“que la crisis es un desequilibrio que se
da en los mecanismos de regulación
del capitalismo como producto de sus
contradicciones, teniendo como causas
fundamentales la caída de tasa media
de ganancia, y la sobreacumulación de
capital y la superproducción de mercan-
cías, y que se repite periódicamente en
ciclos; además, se reproduce y maniF es-
ta en un proceso continuo de búsqueda
de acumulación de capital para evitar
el colapso”.
Crisis de regulación
La crisis en este sentido parte de lo es-
peculativo y virtual con que los hombres
de negocios y empresas trasnacionales
norteamericanas manejaron por buen
tiempo la economía nacional e inter-
nacional. Aquí es donde entra la nueva
forma de jugar: la desregulación, donde
el Estado juega un papel relevante a fa-
vor de los principales actores, como son
las empresas trasnacionales.
“En Estados Unidos, puede que la
Reserva ±ederal no hiciera todo cuanto
estaba en su mano para impedir que la
burbuja creciera hasta el punto en que
lo hizo, pero no es menos cierto que
no fue la Reserva ±ederal quien creó la
burbuja. Las burbujas son simples ma-
nifestaciones del optimismo irracional
que a veces acosa a una economía, un
optimismo irracional que a veces acosa
al que a menudo sigue un pesimismo
no menos irracional. Así pues, suele ser
difícil predecir el inicio de una burbu-
ja, o saber cuándo se terminará. Hay,
sin embargo, ciertas circunstancias que
permiten prever con más posibilidad
cuándo se producirán crisis económicas
o recesiones severas que a² igirán a una
economía. En las tres pasadas décadas,
el mundo ha visto cerca de cien crisis,
y muchas de ellas han venido arrastra-
das por alguna forma de desregulación
demasiado rápida. Aunque el descenso
económico de 2001 sólo haya sido una
manifestación benigna de estas enfer-
medades más virulentas, no cabe duda
de que esta baja económica fue en gran
parte atribuible a la desregulación de
los años noventa.”
“La desregulación del sector de las
telecomunicaciones —expresa Jose-
ph Stiglitz— preparó el terreno para
la burbuja de la inversión desaforada,
que reventaría con tanta resonancia en
2001. La desregulación del sector eléc-
trico condujo a una manipulación del
mercado que dañó la economía de Ca-
lifornia, el corazón de gran parte de la
innovación en Estados Unidos. La des-
regulación de la banca —y en especial la
derogación de la ley Glass-Stegal— abrió
nuevos campos para nuevos conF ictos
de intereses, cuando lo necesario era
una legislación estricta para atajar los
conF ictos ya existentes y crecientes, que
al ± nal harían tanto por socavar la con-
± anza en nuestros mercados de valores.
Una desregulación laxa en el sector de
la contabilidad proporcionó ocasiones e
incentivos para el engaño o la informa-
ción incorrecta.”
El aviso de la crisis ya estaba anun-
ciado, pero nadie hizo caso; efectiva-
mente varios expertos pensaban desde
hacía tiempo que la deuda pública de
Estados Unidos sería insoportable a cor-
to plazo y predecían la caída del dólar
y de la economía norteamericana. “Esta
sombría previsión está contemplada en
la recesión de ‘doble caída’ de Nouriel
Roubini, economista estadunidense,
profesor de la Universidad de Nueva
York, cuyas declaraciones son escruta-
das con lupa después de que fuese el
primero en anunciar la crisis del crédi-
to en Estados Unidos que estremeció
la economía mundial.” El 18 de agosto
de 2004, Martin Wolf, chief economics
commentator del
Financial Times
, ex-
plicaba que Estados Unidos se dirigía
tranquilamente hacia la ruina. El 21 de
de diciembre de 2004, volviendo sobre
Nouriel Roubini, profesor de economía
de la Universidad de Nueva York (que
se transformaría dos años más tarde en
un gurú cuyas declaraciones valdrían
millones), preveía la caída del dólar en
2005 o, a más tardar, en 2006. Otros
pronosticaban una desaceleración de la
economía provocada por la subida de
los precios de las materias primas y de
los alimentos.
Muy pocos expertos advertían que la
deuda privada y no la pública era la que
generaría los problemas. Casi ningu-
no de ellos comprendía que la crisis se
desataría a causa de las deudas inmo-
biliarias de los hogares más pobres. Sin
embargo, algunos lo adivinaron. Paul
Jorion, antropólogo belga convertido
en banquero en California, escribió uno
de los primeros libros que anunciaban
la crisis. Comenta: “En 2003, junto a
algunos colegas que trabajaban en Wel-
ss ²argo [un banco de negocios de San
²rancisco], comenzamos a discutir sobre
la crisis que se anunciaba.”
En septiembre de 2004, el primero
que hizo pública la posibilidad de una
crisis fue Andy Xie, chief economist de
Morgan Stanley Asia, cuando explicó
que se avecinaba un periodo de super-
producción que hubiese desencadena-
do una deF ación si la ²ed no hubiese
creado arti± cialmente moneda al dejar
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que se formara una burbuja inmobi-
liaria. Pero de esta manera, la Fed sólo
conseguía retrasar un ajuste inevitable
que terminaría siendo más severo. Para
Xie, la lucha contra la de± ación que se
avecinaba con burbujas inmobiliarias
terminaría desembocando más tarde en
una de± ación aún más profunda.
El 10 de septiembre de 2005, Rag-
huram Rajam, director de investigacio-
nes de Graduate School of Business de
la Universidad de Chicago, escribió que
la creación de un gran número de inter-
mediarios aumentaba la capacidad del
sistema ² nanciero para asumir riesgos,
pero generaba fuertes amenazas para
los grandes equilibrios globales.
Explicó que en los próximos meses
y años, Estados Unidos puede atravesar
una gran recesión, a causa de la locura
de los propietarios, que utilizaban sus
casas como si fueran expendedores de
dinero (al endeudarse en función de su
valor), y de la avidez de las instituciones
² nancieras, las cuales podían paralizar el
sistema ² nanciero al utilizar los créditos
hipotecarios. Anunció también la quiebra
futura de los hedge funds, de los bancos
de inversión y de otras instituciones ² -
nancieras importantes como Fannie Mae
y Freddie Mac. Este discurso lo converti-
ría muy pronto en el gurú cuya palabra
serviría de referencia a los mercados.
El 11 de septiembre de 2006, en Pa-
rís, Nassim Nicholas Taleb, un ex trader
que publicaría más tarde en Nueva York
un libro de gran éxito sobre las teorías
de las crisis (
El cisne negro
), desató un
escándalo al tratar de charlatán al Harry
Marcowitz, el padre de la teoría mate-
mática que fundó la gestión de carte-
ras. En su libro escribía que Fannie Mae
parecía estar sentada en un polvorín.
Los pocos inversores que los escucha-
ron hicieron fortunas especulando con
la caída de los bienes inmobiliarios. De
esta manera, el Fondo Poulson and Co.
obtuvo 3,700 millones de bene² cios en
2007 gracias a la especulación sobre el
desencadenamiento de la crisis.
A fuerza de los hechos como prueba
empírica dos conceptos están perma-
nentemente presentes: especulación y
burbuja, que terminaron por imponerse
y que hacen referencia a realidades de
una economía que trabajó en el mer-
cado, por el mercado y con la justi² ca-
ción del mercado, pero sin regulación
alguna y, sobre todo, con realidades
virtuales e imaginarias; y en esto tiene
razón Stiglitz cuando a² rma: “Se está
ventilando una pugna ideológica entre
quienes abogan por reducir al mínimo
la intervención del Estado en la econo-
mía y quienes sostienen que el gobier-
no debe asumir un papel importante,
si bien limitado, no sólo para corregir
las carencias y limitaciones del mercado,
sino también para tender hacia un gra-
do más de justicia social…” Tanto la iz-
quierda como la derecha han perdido la
brújula. Los fundamentos intelectuales
del
laissez faire
—a saber, la creencia en
que los mercados se bastan a sí mismos
para manejar con e² cacia, no digamos
con justicia, toda la economía— se han
derrumbado estrepitosamente… Pero en
la crisis todo puede suceder, así fue en
la crisis de Estados Unidos, porque “lue-
go llegó lo peor: el 30 de junio de 2008,
la compañía de seguros más grande del
mundo,
AIG
, anunció que su división ² -
nanciera (que actuaba como un banco
de inversión y como contrapartida en
un gran número de swaps y de hedge,
para asegurar los títulos que utilizaba a
f n de constituir sus provisiones) había
emitido
CDS
adosados a
CDO
por un mon-
to de 441,000 millones de dólares. Pero
esos
CDO
, aunque estaban calif cados
como
AAA
, estaban basados esencial-
mente en
RMBS
, entre los cuales había
subprimes por un monto de 60,000 mi-
llones de dólares. En otras palabras,
AIG
conFesaba haber contabilizado en sus
reservas técnicas títulos sumamente es-
peculativos, titulaciones de subprimes,
cuyo valor estaba garantizado con me-
canismos aún más especulativos. ¡Una
verdadera bomba de relojería!
Sin embargo, una semana más tarde,
en la cumbre del G8 organizada en Ja-
pón se hablaba casi exclusivamente del
calentamiento del planeta, de la crisis
alimentaria y de la posibilidad de am-
pliar el grupo a G13…”, pero de la crisis
f nanciera nada. En un reciente artícu-
lo, Roubini estimó que el riesgo de una
“recesión de doble caída” es grande.
Una vez pasado el eFecto benéf co de
los planes de reactivación los estados
no tendrán más opción que “debilitar”
la recuperación, acortando los gastos
públicos o dejando correr su déf cit.
±inalmente, Alan Greenspan, expre-
sidente de la Reserva ±ederal de Esta-
dos Unidos (±ed), dijo ante el Congreso
que estaba sorprendido por la crisis de
los mercados de crédito. En declaracio-
nes ante la Comisión de Supervisión y
ReForma Gubernamental de la Cáma-
ra de Representantes del Congreso,
Greenspan señaló que él “parcialmente”
se equivocó cuando se resistió a la re-
gulación de algunos valores… Además
reconoció que se había “equivocado
parcialmente” respecto a su creencia de
que ciertos derivados f nancieros, como
los denominados credit deFault swaps,
no tenían que ser regulados; una
mea
culpa
tardía, como suele suceder con los
que toman las decisiones a sabiendas de
que le apostaron a la desregulación.
Crisis e integración
¿Qué tan libre es el libre comercio,
pregón del radicalismo liberal? Esta
pregunta es a propósito del libre mer-
cado y libre comercio que ha venido
permeando el actuar en la economía
mundial e internacional, especialmente
en su aspecto “comercial”, pero no úni-
co. Chomsky, re² exionando al respecto
expresa: “Se supone que una de las pre-
misas del capitalismo es que la inversión
esté tan exenta de riesgos como sea po-
sible. Ninguna empresa quiere mercado
libre… lo que quieren es poder. […]
“Otra de las muchas áreas en que
chocan la libertad y el capitalismo es lo
que lleva el ridículo nombre de libre co-
mercio. Cerca de 40% del comercio de
Estados Unidos se lleva a cabo dentro
del propio país, entre empresas. El que
un Fabricante de autos estadunidense
envíe una reFacción de Indiana a Illinois
no se llama comercio, pero si envía esa
misma reFacción de Illinois al norte de
México, entonces ya se considera co-
mercio de exportación cuando sale y de
importación cuando entra. […]
“Esto no es más que explotación de
mano de obra barata, evadir normas
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ambientales y jugar el juego de dónde
pagas tus impuestos… Las grandes em-
presas trasnacionales quieren reducir la
libertad socavando el funcionamiento
de la democracia en los países donde
operan, al tiempo que se aseguran de
que el gobierno tenga la fuerza suF cien-
te para protegerlos y apoyarlos. Ésa es la
esencia de lo que en ocasiones yo llamo
‘la verdadera teoría del mercado’.”
La integración vía regionalismos,
como la integración de América del
Norte es una forma de reproducción y
acumulación del capital en cierta área
geopolítica, donde algunos países de-
sarrollados (o uno de ellos) estratégica-
mente formula institucionalmente dicha
integración para su beneF cio económi-
co y político; así es la historia del Tra-
tado de Libre Comercio de América del
Norte (
TLCAN
).
De entrada podemos aF rmar que el
libre comercio en los tratados de libre
comercio regionales dan como resulta-
do ciertas integraciones como el
TLCAN
que distorsionan el comercio mundial.
Antes de que entrara en vigor el
TLCAN
o
NA±TA
(por sus siglas en inglés), en 1993
se expresaba lo siguiente: “Con respecto
al
NA±TA
se podría aF rmar que tiene un
efecto supresivo sobre el Acuerdo Gene-
ral de Tarifas y de Comercio y sobre el li-
bre comercio global. La teoría económica
neoclásica plantea que un sistema regio-
nal de comercio es una segunda mejor
solución para el libre comercio mun-
dial. Muchos economistas piensan que
la proliferación de bloques comerciales
regionales no solamente creará efectos
de diversión comercial (reduciendo sobre
todo el comercio), si no ellos minarán
y socavarán el sistema global. Jaddish
Bhagwati, por ejemplo, ha argüido que
el subterfugio frente al
NA±TA
podría ace-
lerar el quebranto del sistema mundial de
comercio dentro de los bloques. Pero lo
menos que se puede decir, y en voz de
Milton ±riedman, quien en un viaje que
realizó a México dijo que los acuerdos
regionales como el
NA±TA
son etiquetados
como acuerdos de libre comercio pero
en realidad no lo son. Ellos podrían ser
mejor descritos como acuerdos adminis-
trados de comercio (empresariales). En
este juicio, Milton establece que dichos
acuerdos son peligrosos para el libre co-
mercio.
Lo que sí es un hecho es que hoy en
día las integraciones (con característi-
cas propias como el de la de la Unión
Europea), han servido a la acumulación
capitalista, especialmente de las grandes
corporaciones, de aquí que ahora en la
crisis económica el contagio sea más
rápido y con mayores efectos negativos
para los socios de una integración, es-
pecialmente en la integración de Améri-
ca del Norte, donde y desde que se creó
han cohabitado y coexistido dos países
desarrollados, Estados Unidos y Cana-
dá; y uno en vías de desarrollo, México
(que para estas alturas ha dejado el de-
sarrollo a un lado para apostar al creci-
miento de las élites que concentran el
80% del
PIB
nacional); además, por los
sucesos en cadena, que el hegemón de
la integración, Estados Unidos ha vivido
en los últimos ocho años, atentado del
terrorismo internacional en su propio
territorio, gasto económico excesivo de
guerra y su consecuente fracaso en con-
tra de supuestos enemigos (Afganistán
e Irak), y ahora la crisis provocada por
sus grandes trasnacionales de seguros y
f nancieras que han arrastrado a toda la
economía estadunidense y con ello a la
economía mundial; aFectando al socio
menor, que ha venido arrastrando una
crisis económica recurrente desde la cri-
sis de la deuda externa de la década de
los años ochenta.
Securitización de América
del Norte
Por lo anterior es que ahora la integra-
ción en América del Norte no solamen-
te se vea para Estados Unidos como
una Fórmula de seguridad económica
para sus intereses, sino que pase a For-
mar parte de la seguridad política, de
Fronteras y de su geopolítica; y es aquí
donde se presenta la securitización de la
integración, donde el comercio libre no
solamente deja de serlo, porque nunca
lo Fue, como ya quedó asentado, sino
ahora la integración adquiere otro sig-
nif cado, la seguridad de América del
Norte, en donde los pasos que implica,
como son la militarización, los esFuer-
zos mancomunados para luchar contra
un enemigo común (primero el terro-
rismo y luego el crimen organizado) de
los socios en torno a Estados Unidos,
ya se dieron por parte de Canadá y so-
lamente Falta México, quien ya lo está
dando desde el Acuerdo de Seguridad y
Prosperidad de América del Norte (
ASPAN
)
con Estados Unidos y el Acuerdo Méri-
da, con sus diFerentes maniFestaciones,
y al unísono toda la lucha Frontal que
el actual gobierno de ±elipe de Jesús
Calderón Hinojosa está realizando en el
propio territorio mexicano a Favor de las
Fronteras de Estados Unidos. Por esto se
af rma que: “Nosotros conocemos que
una integración óptima implica la con-
solidación de una identidad común en
materias de política exterior, seguridad
y armonización de administración de
justicia. Sin duda, la naturaleza trasna-
cional de las amenazas y los cambios
para la seguridad nacional e interna-
cional ha generado siempre una gran
interdependencia entre los estados en
esta materia.”
Al respecto: “Cuando George W. Bush
tomó posesión de su cargo en enero de
2001, trayendo consigo el republicanis-
mo preñado de nacionalismo realista que
había caracterizado a los noventa, el con-
cepto de Occidente como noción eFecti-
va en la política exterior estadunidense
había quedado desactivado; y cuando
los terroristas golpearon Estados Unidos
nueve meses después, la ecuación de la
guerra Fría se invirtió por completo. Aho-
ra que la amenaza se había materializa-
do directamente en suelo estadunidense,
saltando por encima de los aliados de
Estados Unidos, la cuestión suprema era
la vulnerabilidad y los padecimientos ex-
clusivos del país, no de Occidente.”
Por esto, no cabe duda que la segu-
ridad de las Fronteras de los estados está
def niendo, más allá del los acuerdos
comerciales de cualquier modalidad,
la nuevas relaciones regionales, en este
caso la seguridad de las Fronteras de Es-
tados Unidos con Canadá y con México,
le está redef niendo el contenido del su-
puesto libre comercio, por esto mismo
los estadunidenses se presentan como
los más reacios para a una integración
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más profunda, donde se comprometan
a crear fondos de compensación y es-
tabilidad macroeconómicos a favor del
socio menor, de no ser lo que está plas-
mando en la realidad la profundización,
pero en seguridad norteamericana.
La ley de seguridad territorial de
Washington redeF nió y reconF guró el
concepto de frontera de un modo que
no es ni anti ni profrontera, completa-
mente distinto de lo que se podría haber
imaginado cuando, un decenio atrás, se
F rmó el
TLCAN
. Más allá de su proximidad
física y su relación histórica, para las le-
yes estadunidenses los canadienses son
outsiders
en términos de seguridad, y el
Congreso estadunidense pretende con-
siderar a Canadá como cualquier otra
nación extranjera. Washington espera
una activa coordinación y cooperación
por parte del gobierno canadiense en
cuanto al complejo tema de seguridad,
pero México se encuentra varios niveles
más abajo en esta escala. Washington
contempla a México como un factor
de riesgo potencial (y a veces real). Los
“mellizos”
TLCAN
están “cautivos” en
América del Norte. La línea que divide
la seguridad interna de la internacional
se ha vuelto borrosa y Canadá y Méxi-
co sólo recientemente han comenzado
a deF nir los conceptos cruciales, las
prioridades y los instrumentos internos
imprescindibles para la administración
de la seguridad. Nunca antes el tema de
la seguridad generó tanta atención entre
los tres socios del
TLCAN
y el hemisferio
todo. Supuestamente, Canadá y México
deben optar entre concebir las fronte-
ras como límites identitarios que sirvan
a los propósitos de la ciudadanía o a sus
propios intereses estratégicos, pero dada
la deF nición unilateral de seguridad pre-
dominante en la agenda estadunidense,
es difícil que cualquier país pueda inte-
grarse a una continuidad que vele por los
intereses comunes de la seguridad.
Para México, el insertarse al
TLCAN
,
desde siempre fue una estrategia em-
presarial, de manera que a quince años
de su puesta en vigor dados los efectos
perniciosos que ha sufrido debido a que
no logró los niveles de competitividad,
más bien el
TLCAN
se ha convertido en
una integración donde se ha succionado
a México más que beneF ciarlo integral-
mente para su desarrollo y crecimiento;
ahora está más vulnerable, por eso todo
lo que se dice en seguida es más ideo-
logía que realidad. “[…] el proceso de
adaptación y reestructuración económi-
ca que México está siguiendo a través
de la apertura comercial, la liberalización
de los mercados, la desregulación y la
privatización de empresas, es sin duda,
una estrategia adecuada para lograr que
el país recupere el crecimiento económi-
co, se inserte exitosamente en el entor-
no internacional y modernice su planta
productiva…” Demasiada ideología, pero
ahora en época de crisis con esta estrate-
gia, y en la medida que se ha hecho más
dependiente de Estados Unidos, la estra-
tegia es la que le marca este país, como
es la securitización de la integración.
Conclusiones
La crisis económica se ha convertido en
mundial, cuyo centro ha sido Estados
Unidos, en el corazón de la crisis plane-
taria. La palabra planetaria nos indica
que estamos ante el problema más difícil
de tratar, en la medida en que es com-
plejo. Lo que sucede sobre el planeta se
sitúa en la interferencia entre procesos
económicos, sociales, religiosos, nacio-
nales, mitológicos y demográF cos. Es
por ello que la tarea de pensar nuestro
planeta es más difícil, pero también la
más necesaria; el asunto es que las crisis
son cíclicas, pues desde el momento en
que el desarrollo de la economía nacio-
nal e internacional no sigue una línea
recta, sino que sus valores representati-
vos oscilan alrededor de una línea media
(secular trend), se tiene de hecho una
periodicidad de la crisis; por lo cual no
existe un criterio deF nido para estable-
cer la magnitud para pasar de la crisis a
la prosperidad; además la economía no
está sola, sino el poder político siempre
le acompañará, por lo cual así “como
el poder relativo de Estados Unidos no
disminuirá, tampoco es probable que
los estadunidenses alteren sus puntos
de vista sobre cómo deben utilizar ese
poder. De hecho y a pesar de los sismos
geopolíticos que se han venido produ-
ciendo desde 1941, los estadunidenses
han permanecido bastante coherentes
en su visión tanto de los acontecimien-
tos internacionales como de su propio
papel a la hora de darle forma al mun-
do para que se adapte a sus ideales e
intereses”. Es decir, la reaF rmación de
la seguridad estadunidense. Cuando
George Bush llegó al poder trajo consi-
go la carga del republicanismo y cuan-
do Estados Unidos fue golpeado por
los terroristas, entonces Bush dejó a un
lado “Occidente” como la política exte-
rior, pues su vulnerabilidad convirtió en
algo prioritario sus propios intereses en
forma exclusiva y no los de Occidente,
pero para lo cual incluyó a sus socios y
vecinos; es decir, su vulnerabilidad y los
padecimientos de su propio país se con-
virtieron en algo supremo y no Occiden-
te; por lo que en su agenda la seguridad
es la nueva premisa, en la girarían las
nuevas cooperaciones como el Acuerdo
de Seguridad y Prosperidad de de Amé-
rica del Norte (
ASPAN
) y el Acuerdo Méri-
da entre México y Estados Unidos.
Hoy en día, se ha venido especulan-
do sobre la pertinencia de que Estados
Unidos ante sus crisis económica, re-
tome como amenazas a los gobiernos
de “izquierda” del Cono Sur del conti-
nente latinoamericano, e inclusive las
inversiones que lleguen a su propio
territorio: el Peterson Institute for In-
ternational Economics publicó el libro
de Theodore H. Moran titulado
Three
Threats: An Analytical Framework for
the
CFIUS
Process
, en el que se hace un
análisis de las “amenazas” para la se-
guridad nacional, el cual no se limita
exclusivamente a la situación generada
con motivo de las bases colombianas,
sino que abarca también la alta proba-
bilidad de ocurrencia, a largo plazo, de
una futura proyección estratégica mili-
tar estadunidense hacia el Atlántico Sur
y hasta la misma Antártida, Argentina.
Proyecto que podría ser parte de una
agenda no declarada aún públicamente
por los Estados Unidos y que, de con-
cretarse, incluiría la instalación o uso de
bases en territorios continentales y/o
espacios insulares de países vecinos y/o
aquellos usurpados a la Argentina por
Gran Bretaña.
DEBATE
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INVIERNO
2009
REVISTA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS JURÍDICAS DE PUEBLA
Lo más importante del análisis de las
“amenazas” para la seguridad nacional
de Estados Unidos está relacionado con
la recepción de inversión extranjera me-
diante adquisiciones y fusiones. Según
el libro, las tres “amenazas” principales
son: la dependencia de Estados Unidos
ante una empresa extranjera que con-
trole bienes o servicios “cruciales” y que
niegue, posponga o imponga condicio-
nes inaceptables sobre la venta de dichos
bienes o la prestación de los servicios;
la adquisición de empresas de Estados
Unidos que permita la transferencia de
tecnología a una entidad o gobierno
extranjero que podría usar dicha tec-
nología en menoscabo de los intereses
de Estados Unidos; y la posibilidad que
mediante una adquisición se permita la
inF ltración o sabotaje de bienes o ser-
vicios cruciales para el funcionamiento
de la economía de Estados Unidos. Y es
aquí donde se pregunta uno: ¡Dónde
queda el
TLCAN
como libre comercio de
mercancías y de capitales entre Canadá,
México y Estados Unidos?
Toda crisis tiene en su interior la otra
forma al realizar cambios inesperados.
La crisis económica de Estados Unidos,
que se ha convertido en mundial por
razón no solamente del contagio sino
por razón de que el capitalismo se ha
apropiado del mercado mundial, y sobre
todo, porque lo ha utilizado en forma
virtual y al antojo de las grandes cor-
poraciones empresariales con el apoyo
del Estado a través de la desregulación;
y lo que en un principio para Estados
Unidos fue el regionalismo de América
del Norte como salida ante la acumula-
ción capitalista de Europa unida y Asia;
ahora requiere un paso frustrante por la
seguridad de sus territorios, en donde
estratégicamente vuelve sobre sus so-
cios.
“Sin embargo, el fracaso es lo su-
F cientemente importante para generar
una crisis continuada en el orden del
mundo globalizado. Esta crisis ha esta-
do gestándose entre nosotros durante
los treinta años que siguieron a la des-
colonización, y lo único que el mundo
rico ha hecho es pretender que no está
ocurriendo nada. Primero creímos en
la teología del desarrollo, sólo para ver
este desarrollo hundirse a causa de la
corrupción y la incapacidad de las débi-
les estructuras estatales para desarrollar
un gobierno honrado y unos programas
de crecimiento equitativo. Después, nos
quisimos convencer de que la propia
globalización —el puro dinamismo voraz
del capitalismo— traería la prosperidad y
el orden consigo. Pero los mercados no
pueden crear orden por sí mismos; los
mercados necesitan orden para funcio-
nar con eF ciencia, y el único que puede
garantizar eF cientemente el orden —la
ley, los procedimientos y la seguridad—
es el Estado.”
Por último, podemos aF rmar que
después de una crisis o con ella las
realidades vuelven a su curso, y esto
consiste en que el poder político, y en
ello la seguridad, en este caso regional
(Norteamérica), se tornan más inmedia-
to que lo económico, y más cuando se
tiene frente y dentro del Estado ame-
nazas a esa seguridad como el terroris-
mo y el crimen organizado, incluyendo
a las propias empresas fuera de orden.
“Si alguna vez hubo un tiempo para no
perseguir la desregulación o para ma-
nejarla con especial cautela, los felices
noventa fueron ese momento.” Hoy ya
no, “porque el reto consiste en lograr
un equilibrio correcto: entre Estado y
Mercado, entre la acción colectiva a es-
cala local, nacional y global, y entre la
acción gubernamental y la no guberna-
mental. A menos que vayan cambiando
las circunstancias económicas, es preci-
so rediseñar este equilibrio”.
Las integraciones deben tomar otro
rumbo, especialmente la norteamerica-
na, pues volviendo a Alan Greenspan,
expresidente de la Fed: “Sostuvo que
será necesaria una reforma regulatoria
en la áreas de fraude, compensación y
titulación para restablecer la estabilidad
± nanciera…” Nosotros le añadiríamos
una radical reforma en los sistemas ± -
nancieros del mundo:
FMI
, Banco Mun-
dial,
OMC
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The new economic crisis and
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paradigmatic
César Cansino
L
a economía mundial está en crisis y
nadie sabe a ciencia cierta cuánto
tiempo durará ni los estragos que pro-
ducirá ni la eF cacia de las medidas que
cada país tenga a bien adoptar para en-
frentarla. Hace apenas diez años nadie
sospechaba que las naciones modernas
se verían obligadas a soportar los efec-
tos de una nueva recesión, similar en
muchos aspectos a la que experimentó
el mundo capitalista en los años treinta
del siglo pasado. ¿Cómo imaginar que
la especulación F nanciera y el declive
del mercado hipotecario en Estados
Unidos podrían poner en riesgo la ca-
pacidad de este país y luego, por efecto
de la globalización, de todos los demás
en el planeta para mantener las fuentes
de trabajo y el poder adquisitivo de sus
trabajadores? Inaudito. La economía se
ha vuelto algo mucho más peligroso de
lo que cualquiera pudiera sospechar.
En este ensayo no me ocuparé de
las causas y los efectos de esta nueva
crisis de la economía mundial. Mi in-
terés más bien es re± exionar sobre las
posibilidades que existen para salir de
la misma de la manera menos traumá-
tica y más rápida posible, y más que de
posibilidades me referiré a las circuns-
tancias o las características presentes
en un país que pueden resultar más
propicias para enfrentar el desafío, en el
entendido de que la eF cacia de las polí-
ticas gubernamentales y sobre todo las
más drásticas y urgentes, en este caso
en materia económica, mucho depen-
de del momento político que vive cada
país. No es lo mismo encarar un reto
de la envergadura de una recesión eco-
nómica como la actual en un contexto
de ingobernabilidad, polarización y des-
conF anza que en uno de reconciliación,
cohesión y conF anza. Ciertamente, las
características del momento político
no son la única variable que in± uye o
puede in± uir en el éxito o el fracaso de
una política pública. Son tantos y tan
diversos los factores intervinientes en
la hechura de una política que nunca
se sabe dónde o cuándo pueden surgir
uno o varios que terminen vulnerando
o incluso arruinando todo el proceso.
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REVISTA DEL INSTITUTO DE CIENCIAS JURÍDICAS DE PUEBLA
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