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para este particular como código de
familia, el sustrato teórico y el apa-
rato conceptual que se utiliza, par-
te de la teoría y la normativa civil,
adaptándolo a las particulares exi-
gencias de la familia, no sólo desde
el punto de vista jurídico, sino tam-
bién desde el punto de vista político
y social.
En cualquier caso, los cambios
que se producen en los modelos
familiares tradicionales, los proble-
mas que trae aparejado el desarrollo
científico-tecnológico en el ámbito
ético, sus repercusiones en las nor-
mas jurídicas encargadas de regular
las relaciones que se establecen, lla-
man a la reflexión y al debate para
lograr aunar voluntades en la con-
secución del objetivo común que
debe mover a la humanidad hacia
una sociedad civilizada, de inter-
cambio, tolerancia y aceptación.
Con el propósito de aportar a
este proceso reflexivo acerca de la
familia y las modificaciones que se
producen en torno a ella, el Instituto
de Ciencias de Puebla convoca a la
jornada científica sobre Transexua-
lidad, Homosexualidad y Problemas
de Género en la Familia del
s
iglo
XXI
, que reunirá a juristas y otros
profesionales a fin de debatir acerca
de temas tan significativos como las
parejas del mismo sexo, la legitimi-
dad o ilegitimidad de sus uniones,
la transexualidad y sus consecuen-
cias en el ámbito civil y familiar, la
filiación a partir de la aplicación de
las técnicas de reproducción huma-
na asistida, la violencia doméstica,
las familias monoparentales y las
nuevas formas alternativas de so-
lucionar los conflictos en esta sede,
entre otras temáticas.
Hasta ahora se tiene confirma-
do que en el programa participarán
profesionistas de diversas universi-
dades del mundo como conferencis-
tas principales, los que se reunirán
durante dos días a discutir sobre los
aspectos señalados y, sobre todo, la
situación que presentan éstos en la
actualidad social de México.
Los caminos de la coerción
Aarón B. López Feldman
El autor de este ensayo aborda el pa-
rentesco de la tortura y la prisión en
el desarrollo de sus técnicas a través
de los siglos
Occidente…no está totalmente inscrito
en los generosos principios de la Decla-
ración de Derechos Humanos. Presen-
ta también otras caras, encierra otras
concepciones de las relaciones entre los
seres humanos, otras concepciones del
espacio, otros usos de la racionalidad y
otras aplicaciones de la técnica.
Enzo Traverso, La violencia nazi. Una
genealogía europea
Es bien sabido, y vitoreado, que el
siglo
XX
fue testigo de una amplia
variedad de innovaciones tecnoló-
gicas que transformaron radical-
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OPINIÓN
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vención de la tortura forma parte de
un proceso más añejo caracterizado
por el despliegue, desde el siglo
XIX
,
de ciertas técnicas de coerción que
actúan sobre los sujetos a través de
un trabajo detallado sobre el tiempo
y el espacio.
Con la abolición de la tortura ju-
dicial, forma milenaria de castigar y
de obtener confesiones, y el estable-
cimiento de la prisión moderna, las
técnicas para producir dolor fueron
sustituidas por técnicas para actuar
sobre el sujeto; técnicas de coerción
que se ejercen en un espacio propio,
cerrado en sí mismo y alejado de
la mirada pública. Más que el cuer-
po doliente, el objeto de la acción
carcelaria es el sujeto cognoscible y
manipulable; se busca entonces que
el ámbito de acción sobre el sujeto
se dé a través del manejo de su es-
pacio y de su tiempo. Con ello, el
ejercicio de la coerción seguirá uti-
lizando el cuerpo, sin duda alguna,
pero buscando tener el menor con-
tacto directo con él.
El espacio de la prisión no es
únicamente el del encierro, ni su
tiempo el de la simple monotonía.
La prisión sitúa a cada sujeto en un
lugar propio; asigna a cada instante
del día un lugar y una acción; regu-
la los lapsos y los ámbitos de sueño,
de vigilia, de actividad, de reposo,
de reunión y de aislamiento; esti-
pula las formas, lugares y ritmos en
que debe pasarse de una ocupación
a otra. En el marco de la prisión,
el tiempo y el espacio son utiliza-
mente tanto el orden económico y
social como el ejercicio de la vida
cotidiana. Ha pasado casi desaper-
cibido, sin embargo, que durante
este siglo se desplegaron también
una serie de innovaciones técnicas
enfocadas en intervenir en los as-
pectos más íntimos de la conducta
y la subjetividad humana. Nuestro
presente debe lo que es no sólo al
desarrollo de las tecnologías cen-
tradas en la producción de bienes
y servicios, sino también al desplie-
gue de aquello que Michel Foucault
llamara las “tecnologías de poder”,
enfocadas en el gobierno de la po-
blación y de los sujetos.
Dentro del amplio campo de ac-
ción de las tecnologías políticas, es
posible destacar, por su vigencia,
un área en particular: la reinven-
ción de la tortura como medio de
interrogación y su vinculación con
las técnicas de la prisión. En la se-
gunda mitad del siglo
XX
, la forma
dominante de la tortura para obte-
ner información dejó de estar ba-
sada en el cuerpo y la producción
calculada del dolor, para enfocarse
en el sujeto y las diversas formas de
intervenir en su voluntad, su con-
ducta y su resistencia. El giro de
la tortura hacia el sujeto, ha sido
visto como el resultado directo de
más de cinco décadas de investi-
gaciones psicológicas, impulsadas
por la
CIA
en el marco de la Guerra
Fría, enfocadas en especializar las
técnicas de interrogación. Sin negar
lo anterior, considero que la rein-
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dos como técnicas de coerción que
permiten no sólo privar de la liber-
tad, sino también vigilar, conocer
e intervenir en los sujetos. Y será
precisamente el uso del tiempo y del
espacio como técnicas de coerción
lo que sustentará la reinvención de
la tortura. He aquí pues la paradoja:
las bases de lo que será la nueva
forma de la tortura en la segunda
mitad del siglo
XX
y principios del
XXI
emergen con la abolición de la
tortura judicial y el triunfo de la
prisión en los siglos
XVIII
y
XIX
.
Después de más de un siglo de
su prohibición, la tortura como me-
dio de interrogación volvió a ser
retomada con toda su fuerza como
práctica de Estado. Pero, poco a
poco, sus procedimientos dejaron
de ser los de antaño y comenzaron
a girar en torno a la tecnología de
la coerción que da vida a la prisión.
Se desarrollaron así nuevas técni-
cas de tortura que buscan llegar al
sujeto, manipular su voluntad y su
conducta, pero teniendo el menor
contacto físico con él y alejadas lo
más posible de la producción direc-
ta de dolor. Una vez más, la razón
para alejarse del cuerpo doliente no
fue la benevolencia, sino más bien
la incesante búsqueda de la efica-
cia. Los últimos dos milenos mos-
traron que la producción calculada
de dolor era un medio ineficiente
para producir información, por lo
cual había llegado la hora de buscar
nuevas formas que abrieran otros
caminos posibles; los mecanismos
de la prisión y los terrenos de la
psicología se presentaron enton-
ces como los ámbitos ideales para
esta empresa. El tiempo y el espa-
cio serán utilizados ahora para des-
orientar a los sujetos, nulificar su
voluntad y su resistencia, y condu-
cirlos a un estado en el que puedan
proporcionar información fidedig-
na. Para ello, se creará en torno al
sujeto una realidad completamente
alejada de los patrones temporales,
espaciales y sensoriales a los que
estaba acostumbrado. Los límites
de la nueva forma de la tortura se
jugarán algunas veces en torno a la
creación de un medio ambiente in-
variable, y en otras con base en la
construcción permanente de lo dis-
continuo. Con la finalidad de privar
al sujeto de todo estímulo sensorial,
la luz, los sonidos y los olores serán
eliminados o bien se mantendrán
inmutables. A su vez, la alimenta-
ción, el sueño, las sesiones de in-
terrogación y todas las actividades
fundamentales serán llevadas a la
irregularidad.
Las nuevas técnicas de la tortu-
ra ocuparon rápidamente un lugar
central en las labores de inteligen-
cia estadunidense, principalmente
a partir de la guerra de Vietnam,
y posteriormente se expandieron a
lo largo del mundo, como parte del
combate al comunismo y la “subver-
sión”. Con el fin de la Guerra Fría,
la aplicación de estas técnicas bajó
un poco su intensidad, sin embargo
volvieron a situarse en una posición
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privilegiada a inicios del siglo
XXI
.
Ciertas zonas del teatro de opera-
ciones de la presente guerra global
se han convertido en espacios de in-
terrogación en los cuales las nuevas
técnicas de la tortura no sólo se han
aplicado sistemáticamente, sino que
incluso han sido potenciadas. Parte
fundamental de esta potenciación
está vinculada con el despliegue, en
años recientes, de las prisiones de
“súper-máxima seguridad”, basadas
en el aislamiento total y permanen-
te de los internos, la eliminación de
los canales de comunicación y del
contacto físico, la monopolización
de los estímulos sensoriales y la
maximización del control y la vigi-
lancia. Los elementos de esta nueva
tecnología penitenciaria han sido
rápidamente trasladados a las prác-
ticas de la tortura del presente siglo,
conduciendo incluso a la construc-
ción, en Guantánamo, del primer
centro de detención y extracción de
información modelado plenamente
en torno a sus lineamientos.
Constantemente se habla de los
centros de detención e interrogación
localizados en Afganistán, Guantá-
namo e Irak como simples prisiones
militares cuya relación con las pri-
siones “regulares” es natural y evi-
dente. Sin embargo, la naturaleza
de esta relación se ha ido constru-
yendo históricamente desde siglos
atrás, y tras su aparente normali-
dad se desvela el despliegue de toda
una tecnología de la coerción. No
debemos ver en la reinvención de
la tortura una simple extrapolación
de los mecanismos de la prisión. Si
bien ambos campos se basan en la
codificación del tiempo y del espa-
cio como el medio fundamental de la
coerción, sus objetivos son diferen-
tes; no buscan producir los mismos
efectos. El espacio y el tiempo de la
prisión deben actuar como técnicas
de vigilancia, de control, de castigo
y de reforma, mientras que el espa-
cio y el tiempo de la tortura deben
actuar como técnicas de manipula-
ción, de ruptura, de supresión.
La reinvención de la tortura no
es un epifenómeno de la prisión, ni
es tampoco su resultado directo e
inevitable; más bien ambos com-
parten una matriz común, una y
otro forman parte del despliegue de
los procedimientos de coerción que,
haciendo del espacio y del tiem-
po sus medios de ejercicio, buscan
llegar al sujeto. Hasta el momento,
los procedimientos que conforman
la prisión han dado sustento a una
buena parte de la nueva forma que
ha tomado la tortura. Falta ver si,
en los tiempos que están por venir,
algunas de las técnicas dirigidas a
manipular la conducta, quebrantar
la resistencia y suprimir la volun-
tad empiezan a abrir nuevas vías en
torno al castigo, la vigilancia y la
reforma del sujeto. Habrá que es-
tar atentos pues, no sólo a la forma
en que la tortura se expande ante
nosotros, sino también a las nuevas
rutas que pueda abrir en los cami-
nos de la coerción.
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