20
Revista del Instituto de Ciencias Jurídicas
S
UMARIO
I
NTRODUCCIÓN
I
. S
ISTEMAS
MAYORITARIOS
II
. S
ISTEMA
PROPORCIONAL
III
. S
ISTEMAS
MIXTOS
IV
. L
AS
FUTURAS
REFORMAS
ELECTORALES
I
NTRODUCCIÓN
Los sistemas electorales son concebidos en la teoría democrática como
el único instrumento posible para determinar quiénes han de ser los re-
presentantes del pueblo y en qué número han de representarlo. Esta idea
resume el sentido de los sistemas electorales en las democracias represen-
tativas. Dada la imposibilidad de realizar una democracia directa, por los
motivos materiales de eficacia y eficiencia sentados por la teoría clásica
de la representación, la democracia constitucional hegemónica es la repre-
sentativa y ésta se basa en:
Un órgano que sirva como punto de encuentro entre los representantes
y la soberanía popular, entre los diputados y la población: el Parlamento.
Un sistema electoral que articule la representación; idealmente a través
de la consecución de la igualdad perfecta, es decir, que el voto de cada
elector tenga un mismo peso o traducción en peso parlamentario.
De la relación de estas dos premisas devendría, para el sistema elec-
toral, la carga de asegurar que los representantes que se dan cita en el
Parlamento guarden una relación cuantitativa directamente proporcional
con lo dictado por los electores a través del sufragio. En definitiva, que
IUS
LOS SISTEMAS ELECTORALES
DESDE UNA PERSPECTIVA COMPARADA
Dr. José Manuel Martínez Sierra*
* El autor es profesor titular de derecho constitucional en la Facultad de Derecho de la Universidad
Complutense de Madrid.
21
IUS
|
Invierno 2006 - 2007
el Parlamento sea una réplica a tamaño reducido de la soberanía popular
movilizada electoralmente y a la que representa.
El sistema electoral que consigue esto se denomina “sistema proporcio-
nal integral”. Pero como bien ha demostrado la politología, este sistema
no se da en ningún país. Por nuestra parte, trataremos los motivos fun-
damentales por los que los sistemas electorales se separan de este óptimo
democrático.
I
. S
ISTEMAS
MAYORITARIOS
Dentro de estos sistemas podemos distinguir los que son a una vuelta o a
dos. La característica común a ambos es que eliminan literalmente a las
minorías locales e infrarrepresentan a las minorías nacionales. La distri-
bución real de votos y el reparto posterior de escaños entre los partidos no
guarda una relación ni siquiera aproximada.
I
.1.
Sistema mayoritario a una vuelta
Es el sistema utilizado en el Reino Unido, bajo la lógica del
the first past
the post
. Es decir, en cada circunscripción se presentará un número in-
determinado e ilimitado de candidatos, pero cada circunscripción dará
únicamente un asiento o escaño; dicho escaño será para el candidato que
obtenga mayor número de votos. El resto de votos se descarta, no sirvien-
do para ulteriores recuentos; son votos perdidos.
Si en una circunscripción el candidato A obtiene 70,000 votos; el B,
65,000 y el C, 40,000 votos, el candidato A ganará el escaño de la circuns-
cripción con 70,000 votos, quedando desechados los 105,000 restantes.
Este ejemplo corresponde al escrutinio uninominal existente en Reino
Unido. Una variante de este sistema es el escrutinio de lista, como el deno-
minado “turco”, donde, siguiendo el ejemplo anterior, la lista A se llevaría
todos los escaños de la circunscripción, en tanto lo que se vota no es a
una persona, sino a una lista de partido y otorgándose en consecuencia
varios escaños por circunscripción. Siguiendo este procedimiento, en 1934,
el Partido Demócrata de Turquía obtuvo el 93% de los escaños y solo el
58% de los votos.
Volviendo al sistema uninominal británico hay que destacar que ha
producido desequilibrios muy notables en diversas elecciones (vid. grá-
fico 1), aunque no son los más descaradamente desproporcionados de su
22
Revista del Instituto de Ciencias Jurídicas
historia. En 1983, el Partido Liberal, con el 25.4 de los votos obtuvo 23
escaños en el Parlamento, mientras que el Partido Laborista, con el 27.6
de los votos, obtuvo 209 escaños. En 31 años, de 1974 a 2005, se han
dado gobiernos monocolores, que gobiernan con mayorías absolutas en el
Parlamento sin sobrepasar en ningún momento el 42.4% de los votos, y
llegando a gobernar con mayoría los laboristas, en el periodo 1974 a 1979,
con sólo el 39.2% de los votos. Si contabilizamos el número de británicos
que apoyan al partido en el gobierno con sus votos y los que apoyan a los
restantes, tendremos un sistema “minoritario” (valga esta expresión, que
se asemeja más a la realidad que la de “mayoritario”). Así, en 1983 y en el
1987 los conservadores obtuvieron 13,012,612 y 13,763,134 de votos, de
un total de 30,683,484 y 32,534,657 de votos emitidos, respectivamente.
Si el total de la población británica oscilaba entre 56 y 57 millones de per-
sonas, se puede decir que los gobiernos tienen un apoyo poblacional muy
minoritario. Incluso en 1951, cuando el Partido Conservador obtuvo 321
escaños gracias al 48% de los votos, el Partido Laborista sacó 295 escaños
con el 48.8% de los votos, lo cual nos demuestra hasta dónde puede llegar
el sistema mayoritario a una vuelta.
La tendencia general de este sistema es que el partido ganador obtenga
normalmente un porcentaje de escaños muy superior al porcentaje de su-
fragios. El segundo partido estaría representado en proporciones inferiores
al primero. Y el tercer partido de dimensión nacional, que desde el primer
cuarto del siglo es el Liberal, estaría infrarrepresentado.
Pero el sistema mayoritario no sólo tergiversa los sufragios emitidos,
sino que también tergiversa la intención de voto, rompiendo con la aproxi-
mación individualista y liberal del voto. Esto se produce porque muchos
electores se ven obligados a realizar lo que los ingleses llaman un “voto
táctico”. Dicho voto consiste en que el elector no vota al partido que con-
sidera adecuado porque no tiene posibilidades de ganar en su circuns-
cripción, sino a otro partido, ya porque sea su segunda preferencia o ya
simplemente, para perjudicar al partido que el elector no desea que gane.
Así, las encuestas que se publicaron en abril de 1992, antes de las elec-
ciones inglesas, daban al Partido Liberal una intención de voto del 40%
que luego descendió a otra del 20%, para finalmente obtener un 18% (vid.
gráfico 1). Esto confirma la primera ley de Duverger: el sistema mayorita-
rio tiende al bipartidismo.
1
1
M. Duverger,
Los partidos políticos,
Fondo de Cultura Económica, México, 1981.
23
IUS
|
Invierno 2006 - 2007
También se puede observar que es muy difícil que surjan partidos tem-
porales o de moda, o que un nuevo partido suplante a otro mayoritario, ya
que el sistema electoral ha polarizado a la sociedad en dos tendencias que
refuerzan el papel de los partidos mayoritarios, que tienen una tradición
histórica vinculada y desarrollada en los territorios de muchas circuns-
cripciones.
Fuente: Elaboración propia.
Gráfico 1-bis: Sistema electoral mayoritario. Gran Bretaña: elecciones
generales del 5 de mayo de 2005
0
10
20
30
40
50
60
% ESCAÑOS
30,65
55,1
9,59
0,92
0,46
0,77
2,51
% VOTOS
32,35
35,24
22,6
1,5
0,6
0,6
6,11
CP (Partido
Conservador)
LP
(Laboristas)
LD (Liberales)
SNP
(Nacionalistas
escoceses)
PC (Plaid
Cymou)
Sinn Fein
O (Otros)
Fuente: Elaboración propia.
Gráfico 1: Sistema electoral mayoritario. Gran Bretaña: elecciones generales
del 9 de abril de 1992
0
10
20
30
40
50
60
% ESCAÑOS
51,6
41,6
3
0,5
0,6
2,6
0
% VOTOS
41,9
34,4
17,9
1,9
0,5
2,2
1,3
CP (Partido
Conservador)
LP
(Laboristas)
LD (Liberales)
SNP
(Nacionalistas
escoceses)
PC (Plaid
Cymou)
Sinn Fein
O (Otros)
Gráfico 1: Sistema electoral mayoritario. Gran Bretaña: elecciones generales
del 9 de abril de 1992
0
10
20
30
40
50
60
% ESCAÑOS
51,6
41,6
3
0,5
0,6
2,6
0
% VOTOS
41,9
34,4
17,9
1,9
0,5
2,2
1,3
CP (Partido
Conservador)
LP
(Laboristas)
LD (Liberales)
SNP
(Nacionalistas
escoceses)
PC (Plaid
Cymou)
Sinn Fein
O (Otros)
24
Revista del Instituto de Ciencias Jurídicas
I
.2.
Sistema mayoritario a dos vueltas
Es el que actualmente se da en Francia y el predominante durante la V
República. A diferencia del sistema mayoritario a una vuelta, en el siste-
ma mayoritario a
dos vueltas
, para obtener un escaño en el escrutinio es
necesario tener la mitad de los votos más uno en la circunscripción (en la
primera vuelta), es decir, la mayoría absoluta; en caso contrario, se procede
a una segunda vuelta en la cual basta con alcanzar la mayoría simple. En
esta segunda vuelta el sistema funciona exactamente como en el sistema
mayoritario a una vuelta.
En líneas generales, se puede decir que los fenómenos descritos en el
sistema a una vuelta se atenúan en el escrutinio a dos vueltas, pero no
por ello se anulan las injusticias de este sistema, mayoritario al fin y al
cabo. Las desproporciones son mayores cuanto más débil es el número de
escaños previsto a la salida de la primera vuelta, es decir, a la salida de
la mayoría absoluta, ya que en este caso sólo se echan a perder el 49% o
menos de los votos. En la segunda vuelta, tras las renuncias y retiradas de
candidatos mal situados, quedan enfrentadas dos opciones, la primera y la
segunda. Ciertas fuerzas políticas se encuentran entonces mal representa-
das. Por ejemplo, en 1968 el Partido Comunista, con el 20% de los sufra-
gios, sólo obtuvo el 7% de los escaños, mientras la coalición de la
UDR
con
los republicanos, con el 44% de los sufragios, ganó el 70% de los escaños.
Como apunta Cotteret, una de los mayores defectos del sistema, desde el
punto de vista cualitativo, radica en la naturaleza de los acuerdos que se
producen entre las dos vueltas, para planificar la renuncia de un partido
en beneficio de otro, con lo que perjudican gravemente a terceros. Ejem-
plo de esto es el perjuicio que se causa a las segundas o terceras opciones
nacionales, en algunas circunscripciones donde incluso pueden ser mayo-
ritarias en la primera vuelta. Así mientras que en la primera vuelta tiene la
mayoría, en la segunda la pierde por la renuncia de unos partidos en favor
de otros. Esto se produce principalmente entre la
UDF
y
RPR
. Esta relación se
ha dado también entre el Partido Socialista y el Partido Comunista, aunque
hoy el pacto se ve debilitado por el declive progresivo del
PCF
.
Duverger, llevado por estos hechos, afirma que este sistema tiende a
un multipartidismo atemperado por alianzas. El sistema da oportunidad a
muchos partidos a probar suerte en la primera vuelta, pero, sin embargo,
en la segunda han de reagruparse por afinidad ideológica o de interés. Así,
siguiendo el ejemplo anterior, si en la primera vuelta el
RPR
se hace con
25
IUS
|
Invierno 2006 - 2007
50,000 votos en una circunscripción, la
UDF
40,000 y el
FN
70,000 votos;
en la segunda vuelta si el
RPR
y la
UDF
no se ponen de acuerdo, el repre-
sentante será del
FN
. Ello obliga a aliarse a dos partidos para derrotar a
un tercero. El proceso se produce normalmente por imperativo legal, que
obliga a que solamente los dos partidos más votados en la primera vuelta
concurran a la segunda; pero una vez en la segunda vuelta las posibili-
dades son varias: puede haber retirada o desistimiento de uno de los dos
partidos en la segunda vuelta; o puede haber el apoyo a uno de los dos
candidatos en liza por parte de los partidos que quedaron descartados para
la segunda vuelta.
Quienes dirigen la operación por supuesto, son las élites partitocráticas,
que no tienen en cuenta a los electores que en la primera vuelta indicaron
claramente su preferencia de voto por un partido. Si en la segunda vuelta
se produce la marginación directa, por el sistema electoral, o el desisti-
miento (marginación indirecta) del partido, el votante tendrá que realizar
el mecanismo del voto útil o táctico, o abstenerse.
Los efectos del escrutinio a dos vueltas favorecen algo menos a los
grandes partidos que el sistema mayoritario a una vuelta. También polari-
za algo menos a los grandes partidos, pero fomenta coaliciones contra la
sociología electoral francesa, al menos tal y como se refleja en una primera
vuelta que plasma más claramente las intenciones de voto de los electores.
Así, el multipartidismo real se ve atemperado por alianzas de fuerzas ma-
yoritarias, alianzas que dificultan gravísimamente la obtención de escaños
por fuerzas minoritarias.
En 1986, con un sistema proporcional, el
FN
afloró en la Asamblea Na-
cional francesa con 35 escaños. En 1988 se volvió al sistema mayoritario a
doble vuelta y el
FN
, con el mismo porcentaje de votos (el 9.65), obtuvo un
escaño. Observamos pues que, si bien el sistema proporcional del 86 perju-
dica a los partidos minoritarios, ya que el 9.65 de los votos sólo otorgó al
FN
el 6.04% de los escaños, el sistema mayoritario a doble vuelta tiende a
hacerle extraparlamentario, como ocurrió en las últimas elecciones de los
noventa, donde, pese a aumentar en 2.7% su porcentaje de votos, perdió
el escaño del 87 (vid. gráfico 2). Con ello, los partidos mayoritarios fran-
ceses consiguen marginar a las fuerzas políticas minoritarias, frenando
su crecimiento al apartarlas de las ventajas de estar representadas en el
Parlamento (financiación, publicidad, información, etc.).
26
Revista del Instituto de Ciencias Jurídicas
Gráfico 2: Sistema mayoritario a dos vueltas. Francia: elecciones generales del
28 de marzo de 1993
0
5
10
15
20
25
30
35
40
45
% ESCAÑOS
42,8
36,9
12,1
0
0
3,9
4,1
0
% VOTOS
19,7
18,6
19,2
12,5
10,7
9,2
4,4
4,2
R P R (P .
R epublicano
"gaullistas")
UDF
(Democracia
francesa)
P S
(Socialistas)
FN (Frente
Nacional)
VER
(Ecologistas)
P CF (P artido
Comunista
Francés)
ODE (Otras
derechas)
Otros
Fuente: Elaboración propia.
I
.3.
Deformación de hecho en los sistemas mayoritarios
Los sistemas mayoritarios son propensos a la ingeniería electoral en sus
circunscripciones. Puede haber circunscripciones que tengan desigualdad
de hecho, por ejemplo: una que tenga 50,000 electores y otra 100,000,
pero eligiendo cada circunscripción un representante por igual. Éstos,
de una y otra circunscripción, poseen un voto en la Asamblea. Pero la
teoría democrática, en vigor, exigiría que el representante de la segunda
circunscripción tuviese dos votos frente al de la primera, que sólo debería
tener uno.
Estas circunscripciones —suelen ser rurales— facilitan la cooptación por
parte de las élites partitocráticas y la generación de feudos electorales.
Otra manipulación se da con el denominado Gerrymander. Se trata
de un procedimiento más sutil. Así por ejemplo, en una circunscripción
50,000 electores votan A y 15,000 B; en otra limítrofe, 25,000 electores
votan A y 30,000 B. Modificando la frontera de las circunscripciones, se
puede hacer pasar 10,000 electores A de la primera a la segunda circuns-
cripción, sin que pasen muchos de B, haciendo así cambiar la mayoría en
la segunda circunscripción. Dicho instrumento, como es lógico, puede rea-
lizarse donde hay una acentuada distribución del voto por áreas urbanas,
por ejemplo en circunscripciones urbanas de los cinturones industriales
limítrofes con zonas urbanas de servicios y clase media-alta.
27
IUS
|
Invierno 2006 - 2007
II
. S
ISTEMA
PROPORCIONAL
En nuestra introducción a los sistemas electorales decíamos que los siste-
mas proporcionales, aunque su nombre indique lo contrario, no guardan
una relación voto-escrutinio rigurosa respecto a la voluntad real de los
electores. Ésta sólo se daría en el denominado “sistema proporcional in-
tegral”.
Los sistemas electorales proporcionales tienen una amplia variedad.
Pese a esta variedad, podemos decir que la causa por la cual estos sistemas
no alcanzan el óptimo democrático del “sistema proporcional integral”
es la incorporación de elementos propios de los sistemas mayoritarios.
Principalmente se recurre a dos elementos para, por un lado, la atribución
local de restos; por otro, el establecimiento de una barrera mínima de votos
obligatorios para poder participar en el reparto de escaños.
II
.1.
Reparto de votos
El primer paso de los sistemas proporcionales a la hora del recuento es
atribuir a cada lista política-electoral los escaños de base que se obtienen
según los sufragios que ha reunido, sin tener en cuenta los “restos”, es
decir, los votos que no pueden repartirse en esta primera fase por los pro-
cedimientos matemáticos que a continuación estudiaremos.
Este proceso se puede realizar de tres formas:
a) Con el sistema del “cociente electoral”. Éste se obtiene dividiendo en
cada circunscripción el número de sufragios expresados entre el número
de escaños a otorgar. Obtenido el cociente, una lista tendrá tantos candi-
datos elegidos cuantas veces el cociente se halle comprendido en la cifra
de sufragios obtenidos por las listas.
b) Con el sistema del “número uniforme”. Es la ley la que determina el
cociente o número de votos que la lista tiene que obtener para conseguir
cada representante. Una vez obtenido, una lista tendrá tantos candidatos
elegidos cuantas veces el cociente se halle comprendido en la cifra de su-
fragios obtenidos por las listas; en consecuencia el número de diputados
de cada circunscripción no está fijado previamente.
c) Con el sistema del “cociente nacional”. Es un sistema intermedio entre
los anteriores. El cociente se obtiene dividiendo los sufragios expresados a
nivel nacional entre los escaños a cubrir, y una vez determinado el cociente
de escaños, éstos se reparten como en el sistema del “número uniforme”.
28
Revista del Instituto de Ciencias Jurídicas
De estos tres sistemas, el único que se utiliza en la actualidad es el
sistema de “cociente electoral”, que es sin duda el menos democrático,
porque sólo considera los sufragios expresados y no tiene en cuenta ni
los votos en blanco ni las abstenciones. Quizá nuestro razonamiento sea
tachado de absurdo por muchos politólogos teóricamente demócratas, pero
más absurdo resulta que en un Parlamento en el cual debería reflejarse la
“voluntad exacta” de los ciudadanos con derecho a voto, no se considere
la voluntad de los ciudadanos que no participan del sistema (abstención) o
de los que, participando, no aceptan el monopolio partitocrático (voto en
blanco). Quizá no sea viable dejar los escaños vacíos, pero sí podría supe-
ditarse el número de escaños a los participantes en las elecciones, ya que
ellos y no otros deciden; para eso debería utilizarse un sistema de “número
uniforme”, como ocurrió en la República de Weimar.
Pero la partitocracia no puede admitir la deslegitimación social patente
en las abstenciones y votos en blanco, que llegan en determinadas eleccio-
nes a superar el 50%. De ahí que se elija el sistema del “cociente electoral”,
ya que éste determina el número de escaños a cubrir siéndole indiferente
en número de sufragios expresados por circunscripción.
Tampoco puede ocultarse que este sistema se selecciona porque, frente
al del “cociente nacional”, aquí el cociente se obtiene para cada circuns-
cripción. Esto permite la existencia de una desigualdad de hecho en el voto
individual: el voto de un individuo de una circunscripción poco poblada
vale más que el de un individuo de una circunscripción muy poblada, dado
que el “coeficiente de reparto” es menor en la primera que en la segunda.
Esto ocurre porque los creadores de las leyes electorales no equiparan el
número de escaños correspondientes a una circunscripción con la pobla-
ción que tiene esa circunscripción. El motivo es obvio: es más fácil para
los partidos con más recursos cooptar votos y establecer feudos electorales
donde el coeficiente electoral sea menor. Por ejemplo, en España, un di-
putado se consigue en Soria con poco más de 30,000 votos, mientras que
en Madrid suelen ser necesarios más de 200,000 votos. Estas cifras varían
dependiendo de la abstención, votos en blanco y nulos (por defecto de
forma o falta de computación).
II
.2.
Reparto de restos
Tras el reparto inicial de escaños, entramos en la segunda fase: el reparto
del resto, es decir, el reparto de los votos que no fueron (en la primera fase)
29
IUS
|
Invierno 2006 - 2007
lo cuantitativamente numerosos para alcanzar la cifra del cociente electo-
ral. Si una lista obtuvo 86,000 votos y el “cociente electoral” fue 35,000, la
lista electoral se habría atribuido (en la primera fase) dos escaños; se trata
ahora de ver cómo se reparten los 16,000 votos restantes (restos).
Para realizar esta operación hay fundamentalmente tres procesos ma-
temáticos:
a) Atribución de restos al “resto más amplio”. Según este sistema, los
escaños no provistos se atribuyen al resto más grande, teniendo en cuenta
los restos tal y como quedan después de la primera fase de reparto (la del
cociente electoral). Este método equilibra el reparto, ya que los partidos
minoritarios, al haber quedado por debajo del coeficiente electoral encuen-
tran convertidos todos sus sufragios en restos y en consecuencia, tienen
medias elevadas.
b) Atribución de restos a la “media más elevada”. Esta media se obtiene
de una operación donde el dividendo es la cifra de votos total. Con ello
se prima a los partidos mayoritarios frente a los minoritarios, ya que su
media será más elevada. Este beneficio que se otorga a los grandes partidos
se produce con idénticos resultados en el método d’Hont, pero el proce-
dimiento a seguir es diferente. Este método tiene la peculiaridad de que
la natural sobrerrepresentación del partido grande se acentúa cuando hay
más partidos (para repartir) y menos sufragios emitidos (votos a repartir).
Este sistema se aplica en España, siendo sus efectos más exagerados al
aplicarse a la totalidad de los votos (en cada circunscripción). Así, los pro-
cesos del reparto de votos y restos son sustituidos por el sistema d’Hont
(vid. gráfico 3).
30
Revista del Instituto de Ciencias Jurídicas
Gráfico 3: Sistema electoral proporcional. España: elecciones generales del 6 de
junio de 1994
0
5
10
15
20
25
30
35
40
45
50
% ESCAÑOS
45,4
40,2
5,1
4,8
1,4
0,5
1,1
0,6
0
% VOTOS
36,6
34,4
9,6
5
1,2
0,9
0,9
2,5
1,7
P SOE
(P artido
socialista)
P P (P .
P opular)
IU (Izquierda
Unida)
CiU
P NV
HB (Herri
B atasuna)
CC
(Coalición
Canaria)
Otros
CDS
Fuente: Elaboración propia.
Gráfico 3-bis: Sistema electoral proporcional. España: elecciones generales del
14 de marzo de 2004
0
5
10
15
20
25
30
35
40
45
50
% ESCAÑOS
46,86
41,71
0,57
2,86
2
2,29
0,86
2,85
% VOTOS
43,27
37,81
3,15
3,28
1,65
2,56
0,92
7,36
PSOE
(Partido
socialista)
PP (P.
Popular)
IU (Izquierda
Unida)
CiU
PNV
ERC
CC
(Coalición
Canaria)
Otros
Fuente: Elaboración propia.
c) Atribución de restos por medio del “coeficiente rectificado”, también
llamado “sistema Hagenbach-Bischof”. Este sistema disminuye el cociente
electoral (para el reparto de escaños en la primera fase) a la hora de repartir
los restos. Esta disminución se produce añadiendo ficticiamente un escaño
al dividendo que se aplica. Así se atribuirá un escaño. El proceso se repite
hasta que se reparten todos los escaños. En teoría, este sistema suaviza las
repercusiones del método d’Hont porque, al reducir el coeficiente electoral,
31
IUS
|
Invierno 2006 - 2007
facilita el acceso real de los partidos minoritarios. Este sistema era, con al-
gunos matices, el vigente en Italia antes de la última reforma electoral ge-
neral (vid. gráfico 4). En concreto, había dos características que lo hacían
más proporcional: en primer lugar, el coeficiente rectificado se aumentaba
en dos escaños ficticios y no en uno; además había un número importante
de restos que se repartían a nivel nacional y no en la circunscripción.
Gráfico 4: Sistema electoral proporcional. Italia: elecciones generales de 6 de
abril de 1992
0
5
10
15
20
25
30
35
% ESCAÑOS
32,6
15,9
5,5
14,6
5,3
4,2
2,6
2,5
8,7
7,1
% VOTOS
29,7
16,1
5,6
13,6
5,4
4,4
2,8
2,6
8,7
10,9
DC (D.
cristiana)
P DS (P . D.
Izquierda)
R C (R .
comunista)
P SI
(P artido
socialista)
MSI (Mov.
Social
Italiano)
P R I (P .
R epublic.)
P LI
(Liberales)
Verdes
Liga Norte
Otros
Fuente: Elaboración propia.
II
.3.
Crítica cualitativa al sistema proporcional
Visto el funcionamiento genérico de los sistemas proporcionales, es teóri-
camente lógico que, desde un punto de vista democrático, se le defienda
como sistema idóneo. Si insistimos en las críticas cuantitativas anteriores,
referidas al rigor de reparto, es necesario decir que los sistemas propor-
cionales aumentan la discrecionalidad de las élites de los partidos ma-
yoritarios. En los sistemas proporcionales, las listas de los partidos son
elaboradas por la élite, que sitúa en ellas a quien desea, para articular sus
relaciones de poder dentro del partido y para garantizar su propio estatus.
2
Al ser listas cerradas y bloqueadas, salvo raras excepciones, el ciudadano
no puede no elegir a quien no quiera como representante, pudiendo las
élites ir camufladas en las listas y forzando así su elección. En el caso de
que hubieran listas abiertas, como en Italia, se hacían sólo en las circuns-
2
A. Downs,
An Economic Theory of Democracy
, New York, Harper & Row, 1957, p. 28.
32
Revista del Instituto de Ciencias Jurídicas
cripciones, dejando la lista nacional cerrada. Y en aquellos países que
admiten listas abiertas (como en Suiza), prácticamente no son utilizadas
por la falta de información y conocimiento. Pero esto nos parece de im-
portancia menor. Como mostramos, la élite partitocrática no necesita estar
en el Parlamento para determinar lo que allí se hace.
III
. S
ISTEMAS
MIXTOS
Como su propio nombre indica, estos sistemas surgen de la interrelación
de los sistemas mayoritario y proporcional. El atractivo que se encuentra
en él, es el de permitir un paso intermedio que supera los problemas de
fragmentación parlamentaria tal y como se produce con un sistema pro-
porcional. Es una manera eficaz de eliminar a las minorías del juego parla-
mentario sin que resulte tan flagrante como en los sistemas mayoritarios.
Prototípico ejemplo es el caso alemán. Los electores votan con dos
papeletas: una sirve para elegir a la mitad de los diputados por el escru-
tinio uninominal a una sola vuelta (se rellena la papeleta con el nombre
del candidato individual); la otra se rellena con el nombre del partido.
Estas segundas papeletas sirven para calcular proporcionalmente (sistema
Nimeyer) el número total de escaños que cada partido habría obtenido de
la representación proporcional. De este número se deduce el de diputados
ya obtenidos por el partido a través de los votos individuales. Si estos úl-
timos le han concedido más escaños que los que debería haber tenido por
la representación proporcional, los conserva. Esto es lo que introduce la
prima a la mayoría.
Esa prima no es abultada (vid. gráfico 5). Pero es necesario apreciar
que el sistema alemán introduce una “barrera mínima” necesaria del 5%
de votos a nivel nacional para entrar en el reparto de escaños. Esta barre-
ra provoca que el número de votos que entran como computables en el
reparto proporcional sea mucho menor de lo que debería ser teóricamente.
Si bien los votos que desecha este 5% son menores que los que desecha el
sistema mayoritario, lo cierto es que tal práctica hace que la diferencia en-
tre ambos sistemas sea menor. Con ello se tiende a reducir las posibilidades
de fragmentación del Parlamento pero a costa de dificultar el surgimiento
y mantenimiento de partidos minoritarios o alternativos.
Tras la unificación alemana, un partido con más de tres millones de
votos puede ser extraparlamentario. Así, los
Grünen
(Partido Verde) pasa-
ron de tener 42 escaños en 1987 a no tener ninguno tras la unificación. La
33
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Invierno 2006 - 2007
barrera hizo que el Tribunal Constitucional alemán declarase que no podía
aplicarse la norma a los estados federales del Este en la primera elección
tras la unificación.
Gráfico 5: Sistema electoral mixto. Alemania: elecciones generales del 2 de
diciembre de 1990
0
5
10
15
20
25
30
35
40
45
% ESCAÑOS
40,4
7,7
11,9
36,1
0
1,2
0
0
0
% VOTOS
36,7
7,1
11
33,5
2,4
4,1
0,8
2,1
2,3
CDU
CSU
FDP
SPD
Links
Alianza
Verde
Verdes
Republic.
Otros
Fuente: Elaboración propia.
Gráfico 5-bis: Sistema electoral mixto. Alemania: elecciones generales del 18
de septiembre de 2005
0
5
10
15
20
25
30
35
40
% ESCAÑOS
29,31
7,49
9,93
36,15
8,79
8,3
0
0,03
% VOTOS
27,8
7,4
9,8
34,2
8,7
8,1
0,6
3,4
CDU
CSU
FDP
SPD
Links
Verdes
Republic.
Otros
Fuente: Elaboración propia.
34
Revista del Instituto de Ciencias Jurídicas
IV
. L
AS
FUTURAS
REFORMAS
ELECTORALES
Los sistemas electorales rara vez son neutrales, suelen tender a favorecer
a sus promotores que son juez y parte, los grandes partidos, sin reflejar la
realidad de la sociología electoral. Ninguno es estrictamente proporcional,
traicionando así el ideal democrático. Cuanto más democrático es un sis-
tema electoral, es decir, cuanto más se aproximen las preferencias de los
electores a la composición del Parlamento, más se fragmenta este último,
dándose consecuentemente con mayor facilidad escenarios de ingoberna-
bilidad del Parlamento por parte de los ejecutivos a través del sistema de
partidos; si se prefiere, en sentido contrario, dándose escenarios de mayor
autodeterminación parlamentaria.
Frente a esta realidad, los partidos mayoritarios buscan, ingeniería elec-
toral mediante, introducir características mayoritarias en sistemas propor-
cionales, alejándolos más del referente del sistema proporcional integral.
La finalidad última sería sustituir el sistema proporcional por el mayorita-
rio, por ser éste más acorde con los intereses de los denominados partidos
de gobierno. No podemos dudar de la capacidad de la “electometría parti-
tocrática” para generar mayorías parlamentarias que alteren la realidad so-
ciopolítica. Las últimas reformas electorales adoptadas en Europa apuntan
en ese sentido, mostrándonos vías para realizar este proceso.
Tanto el sistema electoral ruso como el actual sistema italiano pueden
calificarse técnicamente de mixtos, pero
de facto
su realidad viene mucho
más marcada por la lógica mayoritaria que, por ejemplo, el sistema alemán
considerado paradigma de sistema electoral mixto. La predicha realidad
no parece encontrarse en el óptimo democrático, sobre todo si tenemos
en cuenta que las primeras elecciones en las que se aplicaron intentaron
marcar una nueva era política cuya suerte, sin embargo, estuvo viciada
de principio.
IV
.1.
El sistema ruso
El actual sistema electoral ruso
3
establece un sistema mixto de elección
de los representantes en la Duma estatal. Según este sistema, el 50% de
los representantes son elegidos por los distritos electorales federales, bajo
3
Datos y referencias normativas en
Keesing’s Record World Evens
,
Volumen 39, número 12, año
1993.
35
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Invierno 2006 - 2007
la lógica proporcional; la otra mitad, por sistema mayoritario uninominal
a través de 225 distritos electorales formados por provincias, territorios,
repúblicas, unidades nacionales y ciudades de significación federal.
El sistema proporcional tiene un sesgo mayoritario al no incorporar
en el recuento a las listas que no superen el 5%, como en el caso ale-
mán. Así, el 13.3% de votos que suman dichas listas son despreciados,
lo cual provoca un aumento en el porcentaje de escaños respecto al de
votos de las listas que superan el umbral. Pero es la mitad mayoritaria del
sistema la que introduce el mayor desequilibrio, de suerte que el partido
más votado,
PLDR
, con más del 7% sobre Cambio de Rusia, sucumbe en
la suma total en casi el 6% (vid. gráfico 6). El sistema mayoritario prima
a los partidos de concentración de voto —Cambio de Rusia y PCR— en
detrimento de los que, teniendo un mayor apoyo total, lo distribuyen
sin embargo por toda la geografía, como es el caso del
PLDR
y Mujeres de
Rusia, fundamentalmente.
Esta potencialidad genérica, se ve ampliada por la desproporción po-
blacional de las circunscripciones, dada la diversidad de entes territoriales
que forman circunscripciones. La ley permite una desproporción del 15%,
con lo que ello supone en un país con 137,552,000 habitantes. Con dicha
población y una extensión geográfica de 17,075,400 kilómetros cuadra-
dos, divididos solamente en 225 circunscripciones mayoritarias, podemos
afirmar que las desproporciones son asimilables a las de un sistema ma-
yoritario.
Gráfico 6: Sistema electoral mixto. Rusia: elecciones generales
del 12 de diciembre de 1993
0
5
10
15
20
25
30
% ESCAÑOS MAYORITARIO
24,6
4,8
14,6
11,5
1,7
5,7
4
3,1
26,6
% ESCAÑOS PROPORCIONAL
17,7
26,6
14,2
9,3
9,3
8,8
8
6,2
0
% VOTOS
15,4
22,8
12,4
7,9
8,1
7,1
8,8
5,5
13,3
Opción por
Rusia
Liberales
P.
Comunista
P. Agrario
Mujeres de
Rusia
Yabloco
P.
Renovac.
P. Democr.
Otros
Fuente: Elaboración propia.
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Revista del Instituto de Ciencias Jurídicas
IV
.2.
El sistema italiano
El actual sistema electoral italiano
4
establece un sistema mixto de elección:
el 75% de la Cámara de Diputados, 425 escaños, se elige en otras tantas
circunscripciones con el sistema mayoritario uninominal; el 25%, 155 de
los 630 escaños, por el proporcional con base regional.
El proporcional margina a las listas regionales que no superan el 4%.
Aunque este mecanismo proporcional tenía por objeto ser un respiro para
las listas desprotegidas en el sistema mayoritario (pequeños partidos), de
hecho, es poco más que un refugio para los líderes fracasados en su en-
frentamiento uninominal, ya que cuentan con la protección de las listas
proporcionales. La lógica mayoritaria reparte 159 escaños más de los ne-
cesarios para alcanzar la mayoría absoluta, lo cual juega desequilibrando
la balanza del lado mayoritario.
Tras el diseño del sistema, no pocos afirmaron que la fragmentación
en Italia es tan intrínseca que resulta inevitable, por muy mayoritario
que sea el sistema electoral. Pero no debemos engañarnos: los sistemas
electorales no entienden de coaliciones preelectorales. Hoy ya podemos
hablar de la incidencia real de este sistema electoral en el sistema de par-
tidos hasta el punto de que dichos partidos nunca se llegaron a enfrentar
de forma individual, fuera de coaliciones electorales. Los partidos, por las
inseguridades propias y por las ansias de poder, entraron en una maraña
de coaliciones que ha consolidado dos grandes bloques difuminadores
de buena parte de los perfiles ideológicos de los partidos, véase si no la
evolución de
AN
y el
PCI
-
PDI
hasta nuestros días. Dicho proceso no sólo nos
impide apreciar el apoyo real de los partidos, al no dejar al electorado de-
cidir por un partido (salvedad hecha de las candidaturas independientes),
5
sino que demuestra la consolidación de la difuminación de las fracturas
ideológico-electorales.
Independientemente de la incidencia clara en el actuar de los partidos
del sistema electoral, las “virtudes” del sistema quedaron demostradas des-
de las primeras elecciones donde los dos bloques principales consiguieron
4
Referencias normativas:
Supplemento ordinario alla Gazzetta Ufficiale,
6, 10 de junio de 1994, Serie
Generale y
Guida alle Eleziolli,
publicado por
I1 Sole
los días 11, 20, 21, 27 y 28 de febrero de 1994.
Datos en
Corriere della Sera
y
La Repubblica
,
20 y 30 de marzo, 1994.
5
Esto se puso de manifiesto desde las primeras elecciones, donde por ejemplo se enfrentaron líderes de
partidos que concurrieron coaligados en diferentes circunscripciones: en el colegio 1 de Milán, Bossi,
apoyado por la Liga y Forza Italia, se enfrentó a La Russa, de Alianza Nacional; igual ocurrió en el
colegio 4 de Turín.
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IUS
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Invierno 2006 - 2007
acaparar el 91.8% de los escaños con solamente el 72.3% de los votos,
siendo el Polo de la Libertad (lª fuerza) el más beneficiado con 12 puntos,
seguido del progresista (2ª fuerza) con más de 7 y penalizando con 8 pun-
tos a la coalición de centro (3ª fuerza) (vid. gráfico 7). La evolución —pese
al matiz de ese 25% proporcional— es paralela al sistema inglés, lo que nos
autoriza a afirmar que el sistema italiano incorpora las desigualdades de
hecho de los sistemas mayoritarios.
Gráfico 7: Sistema electoral mixto. Italia: elecciones generales del 28 de marzo
de 1994
0
10
20
30
40
50
60
70
% ESCAÑOS
58
33,8
7,3
0,9
% VOTOS
45,9
26,4
15,7
12
PL (Polo de la
Libertad)
PP (Polo de
Progreso)
CC (Coalición de
Cambio)
Otros
Fuente: Elaboración propia.
38
Revista del Instituto de Ciencias Jurídicas
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